En Río Cuarto, hace tres años comenzó el reemplazo de caballos por “zoótropos”. En América, Bogotá es un modelo por seguir: entregó vehículos y relanzó a los carreros.
Hemos progresado muchísimo. Con el caballo hacíamos un solo viaje para no forzar mucho al animal. Desde que tenemos la moto, nos cambió el ciento por ciento. Hacemos más cargas, tenemos más contacto con la gente. Antes nos corrían, ahora nos piden el teléfono para que les pasemos a retirar los cartones”, relata Lidia De Gatto, una de las excartoneras que maneja un zoótropo en Río Cuarto.
En 2006, luego de un censo que relevó la situación de los carreros en la ciudad, la municipalidad y el colegio Leonardo Da Vinci impulsaron la idea de reemplazar los vehículos de tracción a sangre por motos de carga, “zoótropos”, diseñados por ese establecimiento educativo. El “programa de recuperadores urbanos” abrió un proceso que le cambió la vida a 22 familias, que va camino a convertirse en política de Estado.
El primer censo indicó que había 120 carros de tracción a sangre y unos 40 que ingresaban al centro. Se desarrolló un proyecto que terminó con la creación de tres cooperativas de trabajo (60 personas) que hoy funcionan y se encargan de limpiar las costas del río y del mantenimiento de espacios verdes.
Entre los que eligieron continuar con la recolección de cartones se entregaron las primeras motos en 2010. “Lo que se hizo no fue sólo intentar evitar que los carros con caballos entren al microcentro, sino formalizar la actividad laboral de los recolectores urbanos, mejorar sus condiciones de vida, de trabajo y de ingresos”, explica Gonzalo Parodi, subsecretario de Desarrollo Social.
Los carreros fueron alfabetizados para rendir los exámenes de tránsito y obtener su carné de conductor. El municipio entregó 22 motos. Para recibirlas debían entregar el carro y el caballo. Los primeros seis meses las tienen en comodato y, si cumplen con todo lo pautado –uso de casco, seguro–, tienen un plazo para pagarlas en cuotas y pasan a ser de su propiedad.
El programa cada vez es más abarcador. El colegio Leonardo Da Vinci les da cursos para el mantenimiento de los vehículos. Además, la experiencia los llevó a crear un taller municipal para los zoótropos y a comprar dos motos “de repuesto” por si alguna tiene una falla.
“A partir de 2008 se les da la ropa adecuada, se los vacuna contra las enfermedades con que podrían estar en contacto. Hubo un cambio de paradigma”, comentó Parodi.
La municipalidad compró las últimas motos con dinero que surge del cobro de multas del Ente Descentralizado de Control. Tiene cuatro para entregar en breve (está demorada la adjudicación porque una persona rindió mal y debe repetir el examen de conducción).
En Colombia
Los carros de tracción a sangre son una problemática común en Latinoamérica. Uno de los países que ha avanzado en la sustitución de los vehículos de tracción animal es Colombia. Bogotá es uno de los mejores ejemplos, a pesar de tener entre cinco y seis veces más habitantes que Córdoba.
Ese municipio debe darle a cada carrero un vehículo o un ayudarlos en un plan de negocio. Esto requiere un presupuesto millonario.
Hasta el año pasado, la mayoría de estas personas prefería continuar en el negocio de transporte de materiales reciclables, escombros y acarreos: 2.500 de ellos eligieron tener un carro motorizado y unos 100 apostaron a la creación de un nuevo negocio.
Deben entregar su caballo y su carro a una universidad, para darle atención veterinaria al equino y dejarlo listo para ser adoptado.
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