18 de Febrero de 2014
El miedo generalizado a las arañas es una forma de estigmatizarlas. Científicos argentinos desmitifican a estos habitantes de nuestras casas.
Que la investigación científica es una forma de derribar mitos y creencias populares no es ninguna novedad. Pero ello es más considerable cuando los descubrimientos tienen que ver con afirmaciones erróneas, como las relacionadas con la peligrosidad de las arañas. En Bahía Blanca, el doctor Nelson Ferretti, y los licenciados Daniel Pomposi y Sofía Copperi; del departamento de Biología, Bioquímica y Farmacia de la Universidad Nacional del Sur, acreditan más de un lustro de trabajos sobre los arácnidos.
Frente al temor que producen en la mayoría de las personas, Pomposi indicó que “este miedo viene desde hace mucho tiempo, muy posiblemente porque la mayoría de las especies tienen glándulas con veneno y la posibilidad de inyectarlo. Sin embargo, son muy pocas las que pueden causar daño a la salud”. En cuanto a las arañas que viven en ámbitos humanos, en casas y jardines, indicaron que se trata de numerosas especies que al ojo humano parecen iguales. “La más común dentro de las viviendas es la denominada ‘araña de los cuadros’, con la que hay que tener cuidado, porque posee un veneno peligroso. También está la de ‘los timbres’, llamada así porque teje su tela en esos lugares”, explicaron los especialistas a Argentina Investiga. En tanto, en los jardines predominan las arañas lobos, que son menos peligrosas. La manera de distinguirlas es por la cantidad y disposición de los ojos (algunas tienen 6 otras 8).
Es importante destacar que el miedo generalizado a las arañas es una forma de estigmatizarlas, pero vale aclarar que a lo largo de la historia y la mitología muchas culturas las veían de manera positiva, como por ejemplo los egipcios, quienes las relacionaban con la diosa Neith por sus características de hilandera y tejedora.
“Las arañas tienen un comportamiento solitario; sólo se ven de a dos cuando tienen que reproducirse. Esto se debe a que son caníbales, se comen unas a otras sin importar la especie o el sexo. Por lo tanto, no es cierto ese mito de que van juntas. Otra creencia es que son saltadoras y no es así, sólo una de las especies que se llama salticidae lo hace, el resto son pesadas, por decirlo de alguna manera, y pueden llegar a moverse muy rápido, pero no a saltar”.
“Nosotros -obviamente- recomendamos no matarlas, sino mantener los espacios bastante limpios para evitar que se reproduzcan y, cuando se las encuentra, colocarlas en un frasco y liberarlas en el patio u otros lugares. Son muy difíciles de erradicar, no nos olvidemos de que funcionan como controladores biológicos, comiéndose otros insectos que viven en la casa. Así y todo, progresivamente está cambiando la mala fama que tienen. En algunos lugares como campos, granjas o huertas orgánicas, se fomenta la creación de refugios para que vivan allí y se alimenten de las plagas que destruyen los cultivos. Aunque este es un proceso que va a llevar tiempo”.
Ferretti explicó que “debemos considerar a las arañas como animales invertebrados, por lo tanto, no tienen un esqueleto interno sino uno externo, que deben cambiar o mudar para seguir creciendo. Pertenecen al mundo de los arácnidos, siendo parientes cercanos de los escorpiones, por ejemplo. Poseen ocho patas y un par de pedipalpos, que utilizan para diversas funciones”.
Según detalló, tienen el cuerpo dividido en dos partes; una anterior, que se llama cefalotórax y una posterior, que se denomina opistosomo o abdomen, que es donde llevan las hileras para tejer sus telas, elemento que les resulta fundamental para la caza y provisión de su alimento. Este sistema les permitió tener éxito, desde el punto de vista evolutivo, ya que viven prácticamente en sus diferentes especies, en todos lados. Además, en algunos casos estas sedas son utilizadas para proteger su piel, cuando la cambian o envolver a sus huevos.
“Como dije, habitan en todo el mundo, con excepción de los mares abiertos y la Antártida, adaptándose a todos los ecosistemas y no tienen restricciones para su modo de vida. La mayoría lo hace en bosques, bosques tropicales y zonas de montañas, aunque también se encuentran en las ciudades, dentro de las casas; esto lo sabemos todos. Su dieta principal son los insectos, a los que cazan y luego comen, usando sus colmillos que no mastican, sino que liberan jugos gástricos que disuelven a la presa y luego la absorben”, agregó.
Finalmente, Sofía Copperi mencionó que “el grupo de investigación está integrado por nosotros tres y una becaria. Nelson está haciendo el post-doctorado en Biogeografía con arañas migalomorfas; Daniel trabaja con ecología de arañas, especialmente en agrosistemas como bioindicadores; y yo me dedico al tema del comportamiento. En este caso, estudio la selección sexual que realizan y cómo la llevan a cabo, enfocándome en todos los aspectos que rodean a la cuestión. Hay, por ejemplo, algunas que se comen a su compañero, como es el caso muy conocido de la viuda negra; otras, le regalan comida a las futuras madres de sus crías; machos que eligen a sus hembras en un procedimiento poco habitual, etc. El campo que observo es tanto el de las arañas chicas como el de las grandes. También hacemos estudios de taxonomía con las especies, tanto de Bahía Blanca como Sierra de la Ventana, y realizamos algunos viajes dentro del país para poder conocer la variedad de las migalomorfas especialmente”.
Copperi explicó que “estamos trabajando desde hace más de cinco años; ahora los tres estamos dentro de Conicet, lo que supone una base más sólida de formación. Pretendemos darles apoyo a los estudiantes de la Universidad y de otras universidades que presenten sus tesinas, ya que no existen muchos investigadores que aborden esta temática. La idea es generar más grupos en otros lugares de la Argentina. En el último año realizamos actividades de extensión a través del dictado de talleres en ciudades como Coronel Suárez y Villa del Mar. Esto fue con el objeto de dar a conocer nuestro trabajo, no sólo a través de su publicación en una revista científica, sino también en la interacción con la comunidad. Y, además, le sumamos un proyecto de voluntariado, con el cual recorrimos 10 escuelas de la ciudad, brindándoles charlas a alumnos de 6º grado, donde les aclarábamos cuáles eran las especies peligrosas, cómo manejarlas, etc. La respuesta que tuvimos de los chicos fue muy positiva, ya que pasado el temor inicial se comprometieron con la actividad y participaron en la mayoría de los casos”.
Fuente: http://argentinainvestiga.edu.ar/
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