Es triste no tener un lugar para vivir, en las calles estás obligado a enfrentarte a todo, asfalto caliente, lluvia, frió, autos, gente que no nos quiere, y ni hablar del hambre, la suerte es encontrar una bolsa de basura con arroz, guiso y algunas sobras de pollo. Esta no es vida para ninguno, ni para perros.
La buena noticia es que ya quedo todo atrás, hoy me llamo Eurico, vivo en una casa cómoda y puedo hacer dos comidas por día, hasta duermo en la falda de mi dueño y el me acaricia detrás de las orejas, y no necesite ser bonito.
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