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sábado, 14 de junio de 2014

El lobby de los animalistas

Tradicionalmente el 21 de mayo era una fecha amarga para los animalistas porque los perros abandonados de Valparaíso eran retirados para que no interfirieran con el desfile. Este año en cambio pasó a ser un hito después de que la presidenta Bachelet incluyera en su discurso algunas de sus demandas.
por José Miguel Jaque y Ricardo Acevedo - 07/06/2014

En junio de 2013, Michelle Bachelet se reunió con varias organizaciones animalistas agrupadas en la Alianza de Ciudadanos por la Protección Animal (ACTRA) en el Parque O’Higgins. La entonces candidata se comprometió públicamente a dictar un reglamento para el control reproductivo de perros y gatos -un tema pendiente de la ley sobre Protección Animal, promulgada durante su primer período-, un plan de esterilización de mascotas y una campaña de educación para el cuidado de los animales.

El mes anterior los representantes de organizaciones que defienden a los animales se habían juntado en dos ocasiones con integrantes del comando del Barrio Italia, como la actual ministra de Desarrollo Social, Fernanda Villegas, en ese momento encargada de Ciudadanía y Redes. Los encuentros se habían gestado mediante una forma de acción característica de este movimiento: el lobby por Twitter. A través de la cuenta @TenenciaRespons, la líder de ACTRA Aracely Cretier, contactó a las cuentas oficiales de los candidatos presidenciales con mensajes como: “ya nos juntamos con tal candidato, ¿por qué no nos recibes tú?”. Eso era retuiteado por animalistas anónimos y por caras conocidas, como Carola Varletta o Claudia Conserva. 

Fueron meses de una intensa presión que también incluyó numerosos intercambios de emails con gente de la campaña de la Nueva Mayoría hasta que, una semana antes de la segunda vuelta, los animalistas se enteraron de que su tema estaría dentro de las 50 medidas para los primeros 100 días del gobierno de Bachelet. La protección animal -la medida 27- ya tenía un espacio asegurado en la agenda pública del nuevo gobierno. Pero cinco meses después vino lo mejor.

La mención en el discurso del 21 de mayo es uno de los triunfos más relevantes de esta causa. La Presidenta Bachelet anunció un plan nacional de esterilización para los animales callejeros, una de sus principales demandas. Los grupos animalistas lo calificaron como “histórico”. El ex presidente Piñera, en cambio, ironizó en Twitter: “Parece que hay más cuidado y preocupación por el bienestar de las mascotas, que por la vida y dignidad de los niños que están por nacer”, dijo en alusión al anuncio con respecto a la despenalización del aborto que también se hizo ese día. El Arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati, también vinculó ambos proyectos y dijo: “con todo el respeto que me merecen las mascotas, creo que la persona y la vida humana vale mucho más que eso”. 

El anuncio es el avance más significativo desde la Ley sobre Protección a los Animales, promulgada en 2009, el primer hito de este movimiento que ha crecido significativamente desde entonces. Aunque fragmentado y disperso, hoy cuenta con las redes sociales para “viralizar” sus causas, “funar” a todo el que maltrata un perro o “crucificar” al que, según ellos, muestra falta de sensibilidad con la causa o los animales. Y, al mismo tiempo, ha demostrado que puede influir en la agenda política de los gobiernos y en la tabla de las comisiones parlamentarias. 

Si bien las primeras organizaciones se centraban en la oposición a la experimentación con animales o en el veganismo, hoy sus causas se han diversificado e incluyen el rechazo al uso de pieles, el fin del rodeo, las adopciones o la abolición del consumo de carne, entre otras. A veces entre ellos mismos se critican, pero con cuidado y en voz baja porque hay militantes que son más agresivos. Hay grupos que tienen más contenido filosófico que otros y se quejan de que algunos sólo se centran en perros y gatos. Dicen que tienen un discurso muy paternalista de ayudar a “nuestros hermanos menores”, lo que reproduce la idea de que son especies inferiores. Que no han leído a referentes como Peter Singer o Tom Regan. Que pueden discutir sobre protección a los perros “comiendo un chacarero, cuando el mayor sufrimiento está en los animales de granja que son sacrificados para la industria de alimentos”. Que a algunos les gustan mucho las cámaras. 

¿En qué sí están todos de acuerdo? En el rechazo a la eutanasia como método de control de población canina y en la esterilización masiva y obligatoria. Pese a las críticas y a las diferencias, son capaces de coordinarse para casos puntuales y llevar adelante movilizaciones o, incluso, impulsar leyes.

GUAU, MIAU

La tramitación de la Ley sobre Protección a los Animales sacó a la luz las primeras organizaciones. Hasta ese momento, este tipo de activismo tenía casi como exclusivo protagonista al abogado Godofredo Stutzin, el precursor del animalismo en Chile. Él creó en 1955 la Unión de los Amigos de los Animales, institución que seis años después realizó la primera campaña animalista del país contra la matanza de perros propiciada por el Estado para controlar la rabia. No sólo eso. Según el libro El Factor Ecológico, de Carlos Aldunate, creó el primer borrador de una ley de defensa a los animales, 

Pasaron varios años para que un intento similar tuviera eco. A mediados de los 90, el ex diputado Exequiel Silva (DC), veterinario, presentó un proyecto de la ley que había trabajado con el Colegio Médico Veterinario de Chile. “En ese minuto era medio raro poner este tema”, dice Silva. Recuerda que cuando presentó el documento en la sala, algunos parlamentarios ladraban, aullaban o rebuznaban, lo que volvió a pasar más de una vez. “Hoy nadie se atrevería a hacer una cosa así. Las redes sociales los harían pedazo y los medios de comunicación serían bastante más lapidarios que entonces “, dice el ex parlamentario. “Se los comerían con zapatos. Sería un escándalo”, agrega Patricia Cocas, directora de la ONG ProAnimal. Los animalistas no olvidan esos episodios y les sirven de ejemplo para mostrar que hay un cambio cultural.

Una de las primeras organizaciones en acercarse al trabajo parlamentario de ese proyecto fue la Red Informativa del Movimiento Animal (RIMA), un grupo de jóvenes que había trabajado en la Protectora de Animales. “Era toda una novedad hablar con un parlamentario sobre estos temas. Era hasta extraño. Y no estábamos preparados para confrontarlos porque no teníamos el manejo que tenemos ahora”, recuerda Pamela Alfaro, directora ejecutiva de la Fundación RIMA. En esos años, Silva y Fulvio Rossi se reunían periódicamente con gente interesada en el tema en el Palacio Ariztía. Llegaba de todo: desde vecinos que recogían mascotas de la calle hasta grupos más organizados y activistas. Todas caras nuevas.

Las organizaciones fueron entendiendo que había que arrimarse a los parlamentarios para poner el tema en la agenda y en el Congreso. Algunas como ProAnimal y la Coalición por el Control Ético de la Fauna Urbana (CEFU) armaron equipos de abogados para involucrarse de lleno en los contenidos de la ley. En general, los animalistas coinciden en que los parlamentarios no estaban ni están preparados en estas materias y que hay que hacer un “lobby educativo”. En las discusiones de la ley “se agregaban artículos con la misma facilidad que se sacaban. Bastaba que se apareciera alguien en la comisión y opinara para que pasara”, cuenta Fabián Espínola, veterinario y director del Centro de Salud Veterinaria El Roble. Por su parte, las organizaciones tenían que abrirse camino en un contexto en que a quienes hablaban de cuidado a los animales rápidamente les caía el mote de “las viejas locas con los perros”.

LA PRESIÓN POR FUERA

Paralelamente al trabajo en el Congreso, hubo algunos hitos significativos. Los animalistas encontraron una causa célebre en la lucha por el cierre del Bioterio de Primates de la Universidad Católica. Todo comenzó en 2003 cuando un activista de Liberación Animal consiguió infiltrarse en este hermético centro de experimentación científica, tan impenetrable que hasta estudiantes de la universidad pensaban que se trataba de un mito. Según relata David Gómez, uno de los protagonistas de la causa, los activistas postularon al trabajo a cargo de la limpieza de los más de 80 monos capuchinos que había en el lugar, que eran utilizados para hacer experimentos en reproducción y endocrinología. 

Los activistas grabaron e hicieron circular un video que mostraba las condiciones en que estaban los monos. Y surgieron dos grupos: No más Vivisección y la Coalición por los Derechos de los Animales (CDA). Gómez, quien sigue a la cabeza del primero, cuenta que ahí fue cuando comenzaron las protestas en la Casa Central de la UC. “Eran funas y velatones que llegaron a tener hasta más de tres mil participantes”. Finalmente, el 8 de enero de 2008 el bioterio se cerró definitivamente y los 88 monos fueron transferidos a un centro de rehabilitación. 

Fue una de las primeras victorias del movimiento, a partir de la cual se instalaron las marchas y funas. Hoy ese tipo de actividades son organizadas principalmente por los militantes del abolicionismo que no sólo quieren más bienestar para los animales sino que impulsan su libertad total y se oponen a cualquier tipo de explotación. Grupos como Defensa Animal Vegetal funaron a Raquel Argandoña afuera de TVN por usar una estola de piel en 2012. Luego hicieron manifestaciones en contra de la visita de la artista Jennifer López por la misma razón. Otros grupos como Alza Tu Voz, organizaron en marzo una gran marcha contra la Ley de Caza. Los grupos más radicales dicen que sus actividades son estigmatizadas y que se les acusa de ser anarquistas y violentos. El jueves pasado, por ejemplo, Víctor Hugo Montoya fue absuelto tras un año preso acusado de cometer un atentado contra el Retén de Las Vizcachas. Parte de las pruebas de la fiscalía señalaban que el joven era “vegetariano y animalista”.

Pero con el tiempo, los activistas más profesionales se dieron cuenta de que si bien marchas y funas les daban visibilidad, no bastaba para conseguir sus objetivos. Un caso emblemático fue el del movimiento Ramba. Por más de 10 años distintos grupos como Animal Libre y Ecópolis pidieron con funas y protestas la liberación de la elefanta del circo Los Tachuelas. El SAG la había decomisado en 1997 y la había dejado “en custodia” con el dueño del circo, quien la utilizó en sus espectáculos por más de una década. En 2011, en cambio, la ONG Ecópolis presentó una querella por maltrato y tráfico de animales. Dos años después Ramba fue trasladada al Zoológico de Rancagua y el año pasado, el juzgado de garantía de San Bernardo declaró culpable a Joaquín Maluenda, representante del circo, por maltrato. “Entendimos que no sólo teníamos la presión social, sino que la pelea legal también era muy importante”, dice Florencia Trujillo, fundadora y asesora legal de Ecópolis.

EXPLOSIÓN POR TWITTER

Hoy las protestas en la calle han dejado de ser la única vía de presión. Así lo demuestra la inclusión del tema animal en la agenda presidencial, fuertemente empujada por las redes sociales. Pero esas acciones en medios como Twitter también pueden adquirir las características de una funa. Le ocurrió al escritor Rafael Gumucio cuando criticó a los rescatistas de animales en el incendio en Valparaíso. “Algunos hipster fueron a salvar gatitos y perros mientras Valparaíso ardía y miles de compatriotas luchaban por sus vidas #Verguenzaajena”, publicó. A continuación recibió una avalancha de críticas, insultos e incluso amenazas que finalmente hicieron que suspendiera su cuenta por algunas semanas. Varios de los activistas entrevistados reconocen que fueron parte de la campaña en contra del periodista. 

Para Adriana de la Garza, quien realiza un doctorado en Filosofía Moral en la U. de Chile y es experta en movimientos sociales, el episodio demuestra lo poco instalado que está el tema filosóficamente en Chile. “Un escritor de la envergadura de Gumucio en Estados Unidos o en Francia jamás se hubiera atrevido a escribir eso porque sabe que se le vienen con todo. Y el nivel de respuestas que tuvo refleja lo mismo”.

Peter Singer va bastante más allá. El filósofo y autor de Liberación Animal, es un referente para el movimiento y, según él, este tipo de disputas se explican porque la ética está cambiando. No es de extrañar, dice, que exista una falta de entendimiento entre aquellos cuya ética ya cambió y aquellos en que no. “Desacuerdos rabiosos similares ocurrieron en los Estados Unidos cuando algunas personas pensaron que la esclavitud era justificable y otros no lo hicieron”, dice.

Twitter es hoy una de las principales plataformas de presión de los animalistas. No sólo lo usan para contactar autoridades o hacer lobby institucional sino también para denunciar el maltrato animal. Como la cuenta Policía Animal: tiene más de 19 mil seguidores, ocho abogados, nueve periodistas y cinco colaboradores y recibe hasta 120 denuncias diarias de maltrato. “Hay una suerte de estigma sobre que los animalistas son personas agresivas. Nosotros no estamos de acuerdo. Se trata de visibilizar un problema que hasta hace pocos años nadie consideraba como tal”, afirma Vincenzo Fagonni, director ejecutivo de Policía Animal. 

EN EL CONGRESO

Pero hoy donde el tema finalmente se está jugando es en el Congreso con el proyecto de Ley de Tenencia Responsable, que ingresó en 2009 y que está actualmente en la Comisión de Salud de la Cámara. El lobby parlamentario tiene como cara más visible a Patricia Cocas, líder de ProAnimal. La administradora pública y magíster en Medio Ambiente es cercana a Guido Girardi, “el primero que me dio una tarjeta y me dijo ven a hablar conmigo”, pero se mueve por todo el espectro político y asegura que va tanto al Congreso que sólo le falta tener una oficina ahí. El martes estuvo en la Comisión de Salud de la Cámara esperando las indicaciones del Ejecutivo al proyecto de ley.

¿Cómo se mueven los “lobbistas” de la causa animal? “Están siempre ahí. Presionan. Hinchan. Todo eso forma parte de su modus operandi. Son muy activos en el Parlamento y a nivel del Ejecutivo”, asegura un parlamentario que los recibe bastante seguido en una comisión. Alejandra Cassino, directora ejecutiva de CEFU, también es reconocida por su trabajo técnico con parlamentarios. El senador Fulvio Rossi es uno de los “históricos” que ha trabajado con su organización y dice: “Cefu ha hecho un buen trabajo educando a los parlamentarios”. ¿Le molestan las facetas más radicales del movimiento? “No. Si ejercer presión, salir a la calle, protestar y funar ha servido para la causa, está bien. Todo suma”, dice. 

A lo largo del país, las agrupaciones se conectan directamente con los parlamentarios de su zona. En la Quinta Región, hay más de 30 organizaciones que buscan agruparse en la Mesa Coordinadora del BienEstar Animal (MECOBA). El diputado Rodrigo González, vicepresidente de la Cámara, trabaja directamente con ellos en las indicaciones que luego propone al proyecto de Ley de Tenencia Responsable. Hasta les ha prestado su sede distrital en Viña. “Ellos (los animalistas) son los responsables de que nosotros estemos hablando de esto en el Parlamento con lobby y presión, pero también con un trabajo de sensibilización y de propuestas”, asegura.

Los grupos que tienen una postura más radical, ligada al abolicionismo, también quieren usar la vía institucional. Defensa Animal Vegetal hoy trabaja en un proyecto de ley para prohibir el comercio de pieles en Chile y anuncia que buscará respaldo parlamentario. La agrupación No Más Vivisección también planea entrar en la pelea legislativa buscando la prohibición de las pruebas cosméticas con animales, lo que ya se logró en Europa. 

¿Ha servido este lobby? “Hemos logrado trasladar nuestros intereses a las instituciones. Los medios de comunicación todas las semanas publican algo sobre animales, se considera a los grupos y las autoridades tienen el tema en la agenda”, responde Alejandra Cassino. El proyecto de Ley de Protección Animal estuvo más de una década en el Congreso. El de Tenencia responsable ya lleva cinco años. Pero se espera que vea la luz este año. “Si hubiera más gente haciendo este trabajo de lobby conseguiríamos más cosas y más rápido”, concluye Patricia Cocas.

fuente: latercera.com

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