Buchmann y Buster eran inseparables hasta julio, cuando se acabaron los recursos económicos de Buchmann y se quedó sin hogar, y sin manera de poder cuidar a su perro de 9 años de edad.
Todos los días, llueva o haga sol, Pete Buchmann camina unos 8 kilómetros para visitar a su mejor amigo, un perro llamado “Buster”.
El hombre pidió ayuda a la policía para atender a Buster y le dieron el teléfono de un refugio en el que no sacrifican a los perros llamado “Faithful Friends Animal Society”, en Wilmington (Delaware).
Buchmann nunca se imaginó poder encontrar a ese refugio. El hombre de 54 años de edad estuvo trabajando, desde que se graduó en la escuela secundaria, en la construcción, instalación de fibra óptica y otros trabajos. Pero cuando llegó la crisis, su vida dio un cambio.
Al igual que millones de estadounidenses afectados por la crisis financiera, del empleo a tiempo completo recurrió a empleos a tiempo parcial y luego se quedó sin trabajo. Finalmente vendió su coche para tratar de aferrarse a su apartamento de 700 euros al mes hasta que pudiera encontrar un trabajo a tiempo completo, pero el dinero se acabó.
Nunca se ha casado, no tiene hijos y no tiene familiares a quien recurrir.
Ahora el hombre cada mañana realiza su misma rutina, caminando unos 8 kilómetros para ver a su amigo y con la esperanza de encontrar un lugar limpio, cristiano para vivir junto a su perro de nuevo.
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