Miguel Araújo, científico del Museo de Ciencias Naturales
27/01/2014 . El investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales del CSIC advierte que todos los seres vivos, incluidos los humanos, deberán adaptarse a los nuevos patrones
Miguel Araújo, científico del Museo Nacional de Ciencias Naturales del CSIC acaba de publicar en la revista «Ecology Letters» un estudio conjunto en el que se analizan los efectos provocados por el aumento de la temperatura en 2.740 especies de todo el mundo (1.816 plantas, 227 organismos endotermos, capaces de regular metabólicamente su temperatura corporal, y 697 organismos ectotermos, cuya temperatura corporal no es autorregulable). Entre las conclusiones principales de este trabajo se destaca que las especies que viven en los climas cálidos son las que más sufrirán los posibles efectos del calentamiento global.
-¿Cómo afectará el cambio climático a las especies?
-¿Cómo afectará el cambio climático a las especies?
Ese es un debate complicado. Pero las especies que viven en los climas cálidos son las que más sufrirán el calentamiento global. Obviamente, las de los gradientes fríos se adaptan mejor al frío, y las de gradientes cálidos, mejor al calor. Pero si les das a elegir, todas se van al espectro térmico de los 30ºC. Y a partir de los 42 grados, sobrepasamos el umbral de supervivencia.
Rebasada esta línea, las especies no pueden adaptarse fisiológicamente y deben hacerlo con cambios en su comportamiento. Por ejemplo, los lagartos que caminan de puntillas por las arenas del desierto o las hormigas del Sahara que salen a buscar comida cuando en el exterior hay temperaturas de 56ºC porque saben que en esa franja no hay depredadores que lo soporten; ellas lo hacen pero solo durante 10 minutos. El problema que se plantea es si las especies están preparadas para asumir esos cambios de comportamientos con un proceso de calentamiento global tan rápido como el que vivimos. En los trópicos ya se está cerca del umbral máximo.
-¿Desaparecerán entonces?
-Las que no tengan capacidad fisiológica tendrán que moverse; lo que les provocará un gran estrés, a ellas y a las especies con las que tendrán que competir en su migración, o con las que se tendrán que asociar. Ya hemos observado que las plantas que se desarrollan en ambientes muy hostiles en altitud se ayudan creando microsistemas de interacciones positivas. Si te unes, sobrevives. Donde se da la competencia más feroz es en el valle. Ahí sí hay lucha encarnizada por los recursos. En el planeta se estima que hay entre 10 y 20 millones de especies, y solo tenemos catalogadas 1,8 millones. Se extinguirán millones de especies que ni conocemos.
-¿Veremos migraciones masivas de especies?
-Ese es uno de los aspectos que estamos estudiando. Concretamente el de los flujos de energía y sus interacciones. Por ahora hemos identificado seis formas de organizarse los flujos de energía entre grupos tróficos (conjunto de especies que se alimentan de cosas parecidas). El cambio climático está modificando esas formas de organización de energía, favoreciendo unas y destruyendo otras. Sabemos que las aves son capaces de localizar los excendentes de comida en lugares a los que nunca antes habían ido. Lo que desconocemos es el mecanismo por el que lo hacen.
-¿Puede preverse cómo serán los nuevos ecosistemas del «futuro postclimático»?
-Los humanos absorbemos cada vez más energía. Somos una especie ganadora en el presente, pero estamos cambiando el futuro. Y eso es abrir la Caja de Pandora. Hay una regla que se cumple inexorablemente en la Naturaleza: los monocultivos atraen las plagas. Y los seres humanos somos un monocultivo sobre el planeta. Tarde o temprano encontraremos un competidor. Ahora estamos en fase de transición y las especies que se adapten a nuestra red, una «red depauperada» serán las que sobrevivan. Y esas, por el momento, son los insectos, virus y bacterias -porque somos su alimento- y también ratas, aves y otros animales capaces de sobrevivir con la «energía» que nosotros les facilitamos.
fuente:abc.es-¿Desaparecerán entonces?
-Las que no tengan capacidad fisiológica tendrán que moverse; lo que les provocará un gran estrés, a ellas y a las especies con las que tendrán que competir en su migración, o con las que se tendrán que asociar. Ya hemos observado que las plantas que se desarrollan en ambientes muy hostiles en altitud se ayudan creando microsistemas de interacciones positivas. Si te unes, sobrevives. Donde se da la competencia más feroz es en el valle. Ahí sí hay lucha encarnizada por los recursos. En el planeta se estima que hay entre 10 y 20 millones de especies, y solo tenemos catalogadas 1,8 millones. Se extinguirán millones de especies que ni conocemos.
-¿Veremos migraciones masivas de especies?
-Ese es uno de los aspectos que estamos estudiando. Concretamente el de los flujos de energía y sus interacciones. Por ahora hemos identificado seis formas de organizarse los flujos de energía entre grupos tróficos (conjunto de especies que se alimentan de cosas parecidas). El cambio climático está modificando esas formas de organización de energía, favoreciendo unas y destruyendo otras. Sabemos que las aves son capaces de localizar los excendentes de comida en lugares a los que nunca antes habían ido. Lo que desconocemos es el mecanismo por el que lo hacen.
-¿Puede preverse cómo serán los nuevos ecosistemas del «futuro postclimático»?
-Los humanos absorbemos cada vez más energía. Somos una especie ganadora en el presente, pero estamos cambiando el futuro. Y eso es abrir la Caja de Pandora. Hay una regla que se cumple inexorablemente en la Naturaleza: los monocultivos atraen las plagas. Y los seres humanos somos un monocultivo sobre el planeta. Tarde o temprano encontraremos un competidor. Ahora estamos en fase de transición y las especies que se adapten a nuestra red, una «red depauperada» serán las que sobrevivan. Y esas, por el momento, son los insectos, virus y bacterias -porque somos su alimento- y también ratas, aves y otros animales capaces de sobrevivir con la «energía» que nosotros les facilitamos.
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