“Mamás, tengo que decirles que traten de no traer tantos perros”. La frase de una directora de escuela local, en diálogo con los padres de los alumnos, asomó en los últimos días como un ruego.
“No es que no los querramos, es que por ahí no sabemos qué hacer”, se excusó la docente.
Sí, los perros van a la escuela. Acá, allá y por todos lados. Y así como están las autoridades que no quieren saber nada, la mayoría acepta gustosamente que circulen por el establecimiento, tan campantes como lo hacen los alumnos.
La presencia de tantos canes tiene una explicación: Casi todos los perros siguen a sus jóvenes dueños cuando van a clases.
“No se me despega”, dice un chico, con una sonrisa, mientras al lado tiene a su cachorro, cuando llega EL DIARIO a su colegio para certificar que los perros van a la escuela, casi masivamente.
En el Rivadavia, por ejemplo, nuestro fotógrafo captó un perro deambulando por el segundo piso, siguiendo tal vez al joven que le alegra el corazón todos los días.
“Se trata de que los perros no entren al establecimiento, pero a veces es imposible; lo importante es que no estén en el aula”, cuenta un profesor.
Otra de las tareas que tratan de hacer algunas autoridades es que los perros no se acerquen demasiado a los niños, temiendo quizás por alguna enfermedad o una mordida que después pueda causar problemas.
Sin embargo, los datos juegan en contra de esa teoría, ya que muy pocas veces existen denuncias sobre alumnos con problemas por los canes. Y cuando esto sucede, por lo general una proteccionista siempre llega al rescate si se entera que son perros callejeros.
La mayoría de los docentes dice que los perros no hacen más que acompañar a los chicos o buscar un lugar cómodo, además de esperar alguno que otro pedacito de alfajor que cae al piso en los recreos.
“A veces nos rompen el corazón los perritos que se quedan horas y horas afuera, esperando que el dueño salga de clase”, afirman algunas maestras.
El caso es que la presencia de tantos perritos exhibe también el cambio de mentalidad de los jóvenes con respecto a los animales.
Antes parecía que las mascotas debían quedar encerradas eternamente. Ahora conviven con todos. Tan es así que algunos alumnos hasta le hacen un pulóver o le tejen una mantita a los perros que suelen encontrarse en los colegios.
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