Desaparecen de sus vidas y de sus hogares, de la caricia de sus niños y de su fiel compañía. Así es el ser humano, incomprensible en muchas de sus actitudes.
Pero esta vez el cuadro es patético, en el viejo camino a Dorila los protectores de animales buscan y buscan en el medio del frío, el barro y la lluvia...hasta que surge la impotencia, una perra galgo muerta, abandonada a punto de parir, con sus cachorros apretados a su alrededor.
La autopsia demuestra que la madre muere al dar a luz y el resto, con el paso de las horas correrán la misma suerte, muerte por hipotermia.
Situación absolutamente evitable, todo es cuestión de conciencia.
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