La organización se propone concientizar, educar y mostrar a la gente la realidad de la crueldad y el sometimiento de los galgos. En un documento, denuncian que el canódromo ilegal en 34 y 123 sigue funcionando.
Se conoce que en Mercedes existe un canódromo en la calle 34 y 123. La publicidad se podía encontrar fácilmente en las redes sociales hasta hace un par de meses, pero ahora, mediante un fax se puede pedir el “programa”. En Mercedes hay muchos “galgueros”, los cuales se muestran sin ningún tapujo entrenando –variando según la jerga galguera-, a los perros . Es común cruzarse con ellos mientras los llevan corriendo atados a una camioneta, auto o bicicleta. Se ven galgos atados a vehículos que superan ampliamente la velocidad del perro.
Las carreras de galgos se llevan a cabo a la vista de todos. Lo que la mayoría de la población desconoce es lo que pasa detrás de escena. Los galgos entrenados para cazar y correr de las maneras más crueles. Hay uso de sustancias prohibidas para aumentar la velocidad del animal, tales como cafeína, arsénico, estricnina, viagra, sal de anfetaminas y otras de nombre más casero como maicito, sojita, polenta, rosa veloz, el trébol, miedo escénico. Son venenos que matan en un corto plazo al animal. Son transportados en baúles, o en jaulas mínimas. Cada perro vive, con suerte, dos o tres años. Cuando ya no sirven para “el aparato” -así le llaman a la suerte de bicicleta invertida a la cual los galgueros atan un cuero de liebre en un riel para que los galgos la persigan-, son llevados al campo a cazar. Y cuando ya no pueden hacerlo, son sacrificados o abandonados.
Ahora bien, lo más repudiable de tanta crueldad es la impunidad con la que estos sujetos se manejan, pues hay legislación vigente en nuestra Provincia que prohíbe cada una de estas prácticas. La ley Nº 12449, en su artículo 1º, PROHIBE las carreras de perros, cualquiera sea su raza. El Código Rural de la Provincia de Buenos Aires prohíbe la caza de liebres con galgos, y además, todos sabemos la existencia de la ley Nº 13470, que se refiere al juego clandestino. Se preguntarán qué tiene que ver el juego con los galgos. Pues la respuesta es sencilla: estos sujetos no hacen correr a sus perros por amor, sino por las enormes sumas de dinero que se mueven dentro de un canódromo. Se hacen apuestas, se otorgan grandes premios, en dinero o en motocicletas, camionetas y hasta inmuebles. Incluso se rifan con la entrada, cachorros y montas forzadas.
Por supuesto, ello forma parte de una sumatoria de actividades ilegales que los galgueros han naturalizado gracias al silencio cómplice y muchas veces PAGO de municipios y policía. Es común ver efectivos de la fuerza en los canódromos, o galgueros “donando” monedas de las sumas recaudadas a hospitales o escuelas rurales, siendo vistos de esta manera, como “benefactores del pueblo”.
Un caso reciente y bochornoso es el de la vecina Localidad de San Miguel del Monte: el intendente Raúl Alberto Basualdo ha sido denunciado en la Justicia Federal por recibir coimas de manos del organizador de las carreras en dicha ciudad. Expresó Hugo Clerici en nota a Radio FM SOL de Monte: “El Intendente me ha dejado hacer las carreras aquí, pero tengo que ponerme. He donado dinero al Hospital (provincial) y 140 litros de pintura a la comisaría”.
Recordemos que uno de los organizadores de Mercedes, Juan Badano, expresó que “tenía el permiso verbal del Intendente para realizar las carreras”.
No estamos, la sociedad de estos tiempos no está de acuerdo con los contenidos que avalen actividades que, en su detrás de escena, acarrean un sinnúmero de ilícitos. Los perros han pasado a ser, en tiempos actuales, un integrante más de la familia. Ya nadie acepta que se los explote con fines de entretenimiento (las carreras de galgos no son un deporte, expresado por el Senado de la Nación, podemos adjuntarle esto si lo desea). Las libertades individuales de las personas tienen un techo puesto por la sociedad. Y esta sociedad, no quiere más carreras de galgos, ergo, buscar regular actividades como esta es buscar perpetuar el maltrato, pues bien sabemos que en este bondadoso país, los controles “fallan”, muy a menudo.
Necesitamos que todos se comprometan en esta lucha. Hay leyes que nos avalan. Será cuestión de perder el miedo a estas grandes mafias que se mueven detrás de inocentes galgos. Si nos unimos seremos más. La gente de bien, los buenos vecinos, deben ser quienes escriban la historia que leerán nuestros hijos.
Proyecto Galgo Argentina
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