En la madrugada del viernes 12 de junio, en nuestra página de Facebook (PACMA Catalunya) nos llegó un mensaje en el que se decía que un perrito había sido retenido en el Aeropuerto del Prat y que la veterinaria del Punto de Inspección de Fronteras del Aeropuerto sólo daba dos soluciones: devolver el perrito a su país de origen o sacrificarlo.
A las seis de la mañana, la red de juristas del PACMA ya estábamos trabajando en el caso: el pequeño Buddy no podía continuar ni un segundo más en aquellas condiciones tan nefastas: solo, a oscuras, encerrado en un pequeño transportín, sin agua ni comida.
Al hablar con la dueña del perro, Irene Solà, nos contó la terrible historia: Buddy había pasado todos los controles del Aeropuerto de Nueva York, de donde provenía, llevaba toda su documentación en regla y un microchip. Sin embargo, cuando llegó al Aeropuerto del Prat resultó que el lector que tenían los operarios no podía confirmar dicha información, por lo tanto no podían verificar que la documentación en papel se correspondiera con la del microchip de Buddy, ya que este era ilegible.
Ante este problema, el servicio del Aeropuerto expidió una notificación de rechazo: el cachorro de perro sería encerrado en el almacén, exactamente igual que cualquier maleta vieja de las que allí había, sin agua, después de un largo viaje desde Estados Unidos, y sin comida. Irene, su propietaria, estaba desesperada, sólo quería estar con el perrito, que gritaba en la soledad de un almacén frío y desierto.
Desde la Red de Juristas del PACMA, las abogadas Mónica Olivares, de Madrid, e Irene Gonzalvo, de Barcelona, fueron las encargadas de llevar la representación letrada del pequeño Buddy y, basándose en el Reglamento europeo que regula la entrada de animales vivos en España, pidieron unas medidas cautelares: mantener al animal en cuarentena y entregarlo a un veterinario de confianza, para que certificara el estado físico del perro y localizara el microchip, o bien entregarlo a su propietaria.
A la vez que el PACMA defendía legalmente los derechos de Buddy, las amigas y los familiares de la propietaria comenzaron a difundir el caso del cachorrito por las redes; en pocas horas, Twitter y Facebook se llenaron de mensajes de apoyo a la familia y el portal change.org recibió más de 50.000 firmas.
El lunes 15 de junio, día hábil, fue la propia Administración quien acordó la cuarentena del animal, después de las acciones legales iniciadas y del apoyo masivo de la población a través de las redes sociales. Definitivamente Buddy se quedaba en Cataluña, y se trasladaba para pasar la cuarentena a la protectora APAN.
Lágrimas entre los familiares y amigos pero también entre todas las personas empáticas que han estado siguiendo este caso de cerca.
No queremos a otro animal retenido en el Aeropuerto por unas circunstancias similares,ningún animal más sacrificado por la incompetencia de la Administración. Hoy el caso de Buddy nos ha enseñado una gran lección: cada vez somos más las personas que luchamos contra el maltrato animal.
Irene Gonzalvo
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