Ni siquiera la más temible de las tempestades, el viento gélido ni los aludes podían pararlo.Barry había nacido para salvar vidas de pobres infelices perdidos o sepultados en la nieve,tratando de cruzar el paso de Suiza a Italia, o a la inversa. Barry nunca necesitó órdenes. En cuanto se acercaba la ventisca o la niebla, Barry salía siguiendo su fuerte instinto. Salvó más de 40 vidas en sus doce años de servicio en el Hospicio San Bernardo, ayudando a los monjes a abrirse paso entre la nieve y a rescatar a todos aquellos desamparados que caían víctimas del frío o los aludes.
Barry nació en el 1.800, justo cuando Napoleón cruzaba el paso con sus tropas. Era un perro enorme, fuerte y potente; muy noble y con una sensibilidad especial para presentir a los que se perdían por las gélidas montañas. Una vez Barry salió con el padre Luís, su guía y humano de más confianza, a hacer una ronda por los alrededores del hospicio. De repente Barry alzó su gran nariz y desapareció entre la incipiente tormenta de nieve. El padre Luis junto con otros monjes y perros, salieron a buscarlo pero no dieron con él.
Ya todos dormían cuando oyeron unos aullidos en la puerta del hospicio. Era Barry agazapado; llevaba un fardo atado a su arnés de rescatador: era un bebé desmayado. Pudieron reanimar al bebé, que en pocos minutos abrió los ojos; y Barry guió de nuevo a una expedición de monjes hacia lo desconocido. Cuando llegaron al punto que Barry les marcó, encontraron una mujer durmiendo eternamente en el lecho de nieve. Era la madre del bebé. Había intentado cruzar el paso de Italia a Suiza pero su cuerpo no lo aguantó, Barry la encontró cuando aún le quedaba un hilo de vida, atando a su bebé al gran perro para que éste lo llevara a un lugar seguro.
En otra ocasión, cuando Barry y el padre Luís rondaban las montañas, el gran perro presintió víctimas de las inclemencias del tiempo, y como la otra vez, corrió dejando atrás al padre Luis. Barry rescató en esta ocasión a cuatro italianos perdidos, que terminaron con las existencias que el perro llevaba en su barril.
De vuelta, Barry no encontraba al padre Luís, así que buscó y buscó hasta que lo encontró en un barranco, se había roto una pierna, pero a Barry ya no le quedaban provisiones, así que corrió al hospicio en busca de ayuda. Fue demasiado tarde, cuando la expedición llegó el padre Luís ya había muerto, y Barry se quedó a su lado dándole calor y aullando muchísimo tiempo.
A partir de ahí todo cambió, Barry ya no quería salir en grupo a las expediciones, iba y volvía solo, salvando vidas, y nadie se atrevía a darle órdenes. Tiempo después Barry fue a rescatar a un soldado herido, el cual lo confundió con un oso y le asestó varias puñaladas. Pero aún así Barry se quedó a su lado dándole calor hasta que llegó otra expedición. A pesar de estar muy malherido, el gran perro salió adelante.
Lo llevaron a una residencia y dos años más tarde murió. Fue a finales de 1814, con casi 14 años. El cuerpo se donó al Museo de Historia Natural de Berna donde fue embalsamado para honrarle. hoy día aún puede visitarse. También le fue dedicado un monumento en el cementerio de perros de Asnière en París. Barry fue realmente un perro extraordinario, un salvador ejemplar.
“Quien vea tu cuerpo embalsamado, que se quite el sombrero, que adquiera tu relato y lo ponga en un marco para mostrarlo a sus hijos, y les diga: id y haced como este buen samaritano”
fuente: funkypetmagazine.com
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