03 DE MAYO DE 2016
Roberto Castro era un personaje que caminaba por las calles de Junín. Pero no era un personaje más, y por eso la imagen que ningún habitante de esta localidad bonaerense podrá olvidar es que siempre lo hacía acompañado por su perro.
El viernes pasado, y tras pasar internado los últimos 15 días, una neumonía acabó con la vida de este linyera que durante años vivió entre el odio y el cariño de muchos vecinos. Tanto, que dos veces le incendiaron su precaria casa de chapas, ubicada al costado de las vías, en San Martín y República. Tanto, que una y otra vez los juninenses le tendieron una mano para reconstruir su hogar.
Lo cierto es que Roberto tenía familia pero vivía en la calle por elección, contaba el diario Democracia en una nota publicada hace cinco años, que a su vez daba cuenta de un curioso incidente que lo tuvo como protagonista una víspera de pascuas en la que vecinos alertaron a la Policía sobre la presencia de un hombre durmiendo en la calle en avanzado estado de ebriedad.
"Emocionaba anoche ver a esos perros callejeros, pegados al hombre errante, cobijándolo, compañeros de la vida, de inconfesables tristezas, abandonados ambos a la suerte, a la inacción de las autoridades, a la libertad", relataba entonces el citado medio.
Cada vez que ocurría un hecho similar, las autoridades lo llevaban al hospital, donde lo bañaban y le lavaban los dientes. Lejos habían quedado aquellos tiempos de juventud en que el linyera más famoso de la ciudad vivía en el barrio San Cayetano, quizá en una vivienda digna.
Su historia recuerda, por qué no, a la de "Pechito", el linyera de Scalabrini Ortiz y Santa Fe que falleció hace casi tres años. Inseparable de sus perros, querido y maldecido por los vecinos del barrio porteño de Palermo.
Roberto ya no forma parte de este mundo. Pero para la despedida dejó otro capítulo de su imborrable historia. Durante el entierro, llevado a cabo en el Cementerio del Oeste, su mascota acompañó el cortejo fúnebre y se recostó junto a la tumba.
Las imágenes del can generaron angustia, admiración y un sinfín de sentimientos encontrados en las redes sociales, sobre todo de aquellos que conocieron tanto a Roberto como a su perro. Que es en sí mismo una redundancia, porque durante años, a la vista de todos y la indiferencia de algunos, ellos caminaron siempre juntos a la par.
No hay comentarios:
Publicar un comentario