Un policía mató de un disparo a una perra de raza pitbull cuando quisieron identificar a un joven motociclista en San José, Guaymallén. El conductor -un delivery de pizzas- llegó a su casa, hasta donde lo siguieron los efectivos. Su madre escuchó gritos y salió, y con ella la mascota. "Jamás hizo siquiera amague de atacar al policía pero él dijo: ‘Ahora cagó la perra’ (sic) y le disparó", dijo la dueña del animal.
Yara tenía 7 años y si bien era una mascota familiar, era la preferida entre los animales del vecindario ubicado en calle Paraná al 300 de San José y sus alrededores. "Jamás tuvimos problemas con ella, y eso que vivimos frente a una escuela", dijo Patricia, y aseveró con contundencia: "Un perro es como lo cría su dueño, al margen de su raza. Ella era buena".
El sábado 13,uno de los hijos de Patricia salió en su moto a llevar una pizza a dos cuadras de su casa. A bordo del rodado, él repartía los encargos que le hacían a su mamá.
"Como se demoraba en llegar me preocupé y salí a la puerta con mis tres nietos (de 5, 4 y 2 años). Yara también estaba", relata Patricia. Minutos después, para su tranquilidad, vio aparecer la moto Sumo 100 en la que volvía el chico de 18 años. No llegaba solo, detrás de él circulaba una patrulla a toda velocidad. Ambos vehículos llegaron a la puerta de su casa, mientras otro policía que estaba haciendo controles a pie corrió hacia la vivienda.
"Mi hijo se asustó y guardó la moto, ya que no tiene hecha la transferencia", reconoció la mujer.
Fue entonces cuando la tranquilidad que hasta ese momento reinaba en la calle Paraná se quebró al escucharse un disparo de escopeta.
Un tiro a la perra
"Los policías querían entrar a la casa pero yo me paré en la puerta y les dije que no, no sin una orden. No tenía problemas en que requisaran a mi hijo ni tampoco en que averiguaran sus antecedentes. Ninguno de ellos tiene causas policiales, pero no podía permitirles que pasaran a mi casa, menos en el estado de nerviosismo en el que estaban los policías", agregó la mujer.
Entonces, el efectivo que había llegado a pie le dijo que se trataba de "un allanamiento sin orden" lo que iban a realizar en la vivienda.
"Me paré en la puerta y no los dejé entrar. Entonces ese policía gatilló su arma y dijo: ‘Ahora cagó la perra (sic)’. Vi el fogonazo y después a ella herida. Mis hijos estaban detrás de la puerta y querían salir pero no los dejé porque tuve miedo de que también les dispararan".
Para ese entonces, los vecinos de la familia ya habían ganado la calle y fueron varios los que vieron que Yara no hizo ningún movimiento raro como para justificar que el policía le disparara. "Le tiró por tirar", dijeron testigos.
La perra terminó con una severa herida en el lomo, en la parte de la columna. Agonizó durante unos 10 minutos y luego murió. "Miraba a mis hijos con un dolor tan grande que parecía que se estaba despidiendo", recuerda en medio del llanto la mujer.
Indignados, algunos vecinos comenzaron a gritar que filmaran a los policías que habían cometido el hecho, pero al escuchar eso "corrieron al móvil y escaparon", aseguraron.
Patricia encontró dos cartuchos: uno sin percutar y el otro con el que fue muerta su mascota: "Le tiró a 10 centímetros", se quejó.
Pocas horas después, la mujer radicó la denuncia en la Oficina Fiscal 8 y dio detalles de los efectivos que participaron del allanamiento. "Fui porque por más que se tratara de un perro, tenía familia. Al menos me consuela que tuvo una vida feliz. La condenaron por su raza", cerró.
Por el momento, la familia planea constituirse como querellante en la causa. Mientras, la Justicia deberá determinar, según la declaración de los efectivos y de testigos, si el accionar del policía responsable del hecho fue correcto o todo lo contrario.
El dolor de los vecinos
A pesar de que tenía un hogar, Yara era callejera. Se juntaba con los chicos de la zona, de los cuales "la Policía se abusa solo por ser jóvenes. Hasta les rompieron una imagen del Gauchito Gil que habían hecho", se queja Patricia. Agregó que la perra esperaba cada fin de semana la llegada de una feria de verduras porque los puesteros le llevaban una tortita raspada, que era su favorita. "El sábado siguiente, cuando llegaron y se enteraron de que la habían matado, lloraron desconsoladamente", contaron.
Ley 14.346
En el punto 1 afirma que "será reprimido con prisión de quince días a un año el que infligiere malos tratos e hiciere víctima de actos de crueldad a los animales". En inciso 7 dentro de los actos de crueldad se refiere a "lastimar, arrollar animales intencionalmente, causarles torturas o sufrimientos innecesarios o matarlos por el solo espíritu de perversidad".
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