Ante el pedido de varias personas que se encontraban en el centro de la ciudad, agentes de Tránsito llamaron la atención y obligaron a un carrero a que inflara las gomas del transporte que era tirado por un viejo caballo.
El peso del carro lleno y los neumáticos desinflados exigían del equino un esfuerzo inimaginable.
La lamentable escena nos convoca a la reflexión y a preguntarnos sobre la legislación existente que regula el transporte con tracción a sangre.
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Lo que me asusta es que todavía se pida la regulación de tracción a sangre animal y no la prohibición y que la municipalidad no decida hacerse cargo de la sustitución de los carros y la reubicación de carreros y seguimos alargando la agonía de los caballos, mientras tanto van chamuyar con que le revisan las gomas, le ponen patente, los chipean y los obligan a vacunarlos, y? en donde el caballo deja de sufrir? los areneros como controlan el peso cuando esta mojada la arena o están en el agua? mientras los mismos "protectores" firmen eso los pobres bichos seguirán padeciendo.
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