Tenía 22 años y un brillante futuro profesional. Además estaba a punto de terminar su carrera universitaria. Desde hace diez años, el turco Gökçer Korkmaz habita con animales desamparados.
¿Qué quiere usted para su vida? Los que invierten en el corazón dirán: una familia, salud, un porvenir en paz. Los que hacen depósito en moneda optarán por: dinero, fama, poder.
Era 2006 cuando un joven turco, Gökçer Korkmaz, que en ese entonces tenía 22 años, pasó con su familia por un poblado casi abandonado a la buena de Dios: Babaeski. Cualquiera hubiera dicho que el muchacho, que era conocido en el modelaje y estaba terminando una brillante carrera universitaria, cerraría los ojos y seguiría durmiendo en el coche en el que viajaba.
No. Al contrario. Gökçer abrió bien grandes sus ojos. Le impactó que no hubiera gente, pero si muchos animales. Desnutridos, lastimados, comiendo lo que podían en un gran basural, pidiendo que el sufrimiento no fuera eterno. Por los ojos de Gökçer se escaparon algunas lágrimas.
Retornó del viaje familiar a su ciudad, Kirklareli. Días después les comunicó a sus padres su decisión: se iría a vivir a ese poblado perdido para ayudar a los animales abandonados. Su familia no podía creerlo. Pero acompañaron su opción pensando que a lo mejor era algo pasajero.
Gökçer vendió todas sus posesiones. Su moto de alta cilindrada, su guitarra eléctrica, sus cosas más preciadas. Y se marchó a ese lugar que todos creían sería su morada por un breve período. ¿Quién podría habitar en un lugar sólo rodeado por animales? Porque Babaeski tiene 25.000 habitantes, pero los animales abandonados estaban en las afueras, donde sólo el viento te saluda.
Lo que sus familiares y amigos pensaron que duraría unos días ya llevaba diez años. Gökçer compró un terreno y abrió un refugio para los animales. Hoy son 500. Perros, gatos y hasta ovejas, son rescatados del olvido y llevados a la estructura.
No está sólo Gökçer. Miles se enteraron de su tarea y una docena de voluntarios lo ayuda en el refugio. Que está construido con materiales reciclados y madera desechada, que sirve para las cuchas. Nadie tala un árbol ni usa elementos que perjudiquen al medio ambiente.
El refugio es un oasis para los animales desamparados. Son curados de sus heridas, vacunados y alimentados. Y los inviernos ya no son la muerte para ellos. Y los veranos no son una lenta agonía por la falta de agua.
¿Cómo mantiene Gökçer el lugar? Con donaciones. Sus bienes personales ya se extinguieron hace tiempo y vive con lo puesto. La gente ayuda a través de las cuentas del muchacho en Facebook, Twitter e Instagram.
¿Qué quiere usted para su vida? Seguro que la gran mayoría contestará opciones que van desde formar una familia hasta ser famoso. Uno de entre cientos de miles contestará lo contrario. Dejar la familia y la fama para ayudar a animales abandonados.
Muchos creían que lo suyo era pasajero. Ya lleva diez años.
Gökçer eligió eso. Se necesitan tipos como este turco, un ex modelo y ex brillante estudiante universitario que un día abrió los ojos y no quiso cerrarlos. Un idealista. Fue su decisión de vida. Y no duró unos días. Lleva diez años en ese lugar donde el único que te saluda es el viento...
muy.com.ar
No hay comentarios:
Publicar un comentario