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martes, 23 de septiembre de 2014

Bueyes vascos con speed

MALTRATO ANIMAL En Erandio dos bueyes murieron por 'doping' el pasado mes de agosto
  • 'Chutan' drogas a sus bueyes para que ganen las competiciones de arrastre de piedras
  • La muerte de dos animales ha sacado a la luz el negocio del dopaje en este deporte rural
  • 'He drogado y a veces drogo a mis bueyes, todos lo hacen', denuncia un arrepentido

MIKEL SEGOVIA - Actualizado: 21/09/2014 
No fue la carga de casi 2.000 kilos que arrastraban la que los mató. Ni el exceso de esfuerzo o la falta de entrenamiento. Tampoco los golpes con el akulu, la vara con un punzón de 11 milímetros con la que les azuzaban. La muerte les rondaba por las venas antes de iniciar las idas y venidas sobre la vía de piedra romana. Los dos ejemplares, imponentes, de entre 700 u 800 kilos de peso, debían lucirse en las fiestas del pueblo, en los Andra Maris de Erandio. La tarde del 16 de agosto aspiraban a ser la pareja estrella de la exhibición de arrastre de piedras con bueyes que acogía el municipio vizcaíno. Cuando les llegó el turno parecían aturdidos pero comenzaron a tirar con fuerza. Al principio la piedra resbalaba con facilidad, como si no pesara, un largo o clavo -28 metros- tras otro.

Un clavo, dos, tres... Cuando aún debían recorrer muchos más metros los bueyes se pararon, exhaustos e incapaces de seguir. Dos ejemplares de esa envergadura no debían haber caído tan rápido. Según testigos presenciales, Benito, su propietario, de avanzada edad, y los hombres que le hicieron de probalaris o boyeros -quienes guían a los bueyes- se inquietaron más de la cuenta. Los animales ocultaban un secreto y ellos lo sabían.

Otros muchos de los habituales a estas pruebas lo sospechaban. Tampoco ayudaba ver la resistencia a que el veterinario de la Diputación sacara una muestra de sangre a los animales o incluso la llegada de un veterinario desde Santander. Apenas una hora después de desplomarse, los dos bueyes morían a la vista de todos y al parecer con el corazón reventado. Lo hicieron apenas con tres minutos de margen.

En el mundillo de las pruebas de bueyes en Euskadi hace tiempo que muchos callan. Los menos han comenzado a hablar, a contar qué se esconde en las entrañas de estos inmensos animales de arrastre. Ni instituciones ni aficionados dudan de que lo sucedido en Erandio esotro caso más de doping, esta vez con resultado fatal. Las pruebas de laboratorio han confirmado que se les inyectó speed -anfetaminas-, según la Diputación de Vizcaya. La dosis podría haber estado adulterada o habérseles inyectarles una cantidad excesiva para su peso.

Ha sido la gota que ha colmado un vaso que hace tiempo que está colmado. El pasado mes de abril en Llodio (Álava) otro animal fallecía tras una prueba, poco después de habérsele inyectado una sustancia para incrementar su rendimiento.

Antiguamente bastaba con estimular a los animales con pequeñas dosis de cognac, café o aspirina. Funcionaba. Pero la rivalidad llevó a buscar productos con mejores resultados. Se comenzó por instalar carpas para vigilar desde la víspera que nadie manipulaba al animal. Ese celo se fue relajando. Ya ni se instalan y no es extraño ver a plena luz del día cómo se inyecta a un buey antes de la carrera. Elspeed, las anfetaminas, no es el único producto. La fenilbutazona, para aliviar lesiones; la pentoxicilina, la dromostanolona, el butorfanol...

Lo que está llamado a ser una competición de fuerza entre animales sanos y dispuestos a rememorar una tradición del campo vasco huele mal. Según algunos testimonios, el espectáculo se ha convertido en una pugna de sustancias sospechosas. «Esto está acabado», «hay que acabar con los narcos», «ya no es deporte, es tráfico de drogas», aseguran varios ganaderos a Crónica. Uno de ellos remata: «El 98% de quienes participan lo hacen pinchando droga a sus bueyes». La sombra de la sospecha está tan instalada que también las tradicionales y cuantiosas apuestas en los deportes vascos han caído en picado.

Quienes hacen esta denuncia en muchos casos prefieren el anonimato. Tienen miedo. Las amenazas de muerte empiezan a ser más habituales de lo normal, las llamadas inquietantes en plena madrugada también e incluso los incendios fortuitos de cuadras. «Por si acaso, yo lo he puesto todo asegurado a todo riesgo», reconoce un ganadero.

El entorno de las pruebas de bueyes es pequeño. Todos se conocen. Son un reducido círculo de promotores, entrenadores, veterinarios y responsables políticos. Se ven en todos los eventos deportivos, conocen a los animales, su potencial. No se juega por dinero: pesa más una mezcla de afición, orgullo y envidias. Los premios, de apenas 1.200 ó 1.500 euros, no dan para vivir de ello, ni siquiera para el mejor. El coste de comprar los bueyes -hasta 15.000 euros la pareja-, mantenerlos y transportarlos no dibuja un negocio rentable.
' Yo drogo a mis animales'

Ahora afloran algunos arrepentidos. Lo reconocen sin tapujos: «Sí, yo he drogado y ahora a veces drogo a mis bueyes, pero no me queda otra, todos lo hacen y si yo no lo hago...». Quien lo afirma es Iñaki Lopategi, el verdadero número uno de este deporte. En el pasado no jugó limpio y fue sancionado. En su currículum no sólo pesan multas por dopar a los bueyes sino también por falsear la ficha con los datos del animal para participar en una prueba. «Por eso me pusieron unamulta de 62.000 euros», recuerda, que con la demora en el pago y el abogado le supuso un desembolso de 82.000. Pero Lopategi está dispuesto a acabar con esto: «O todos sucios o todos limpios», resume.

Él ha sufrido como pocos lo caro que es denunciar en este entorno. En 2009 una noche alguien prendió fuego a su cuadra «y casi nos queman vivos a mí y a mi mujer, estoy convencido de que fueron mis enemigos para acabar conmigo». Está cansado de tener que drogar a sus animales para poder ganar una prueba. En octubre tiene la próxima y no sabe si recurrir de nuevo a su camello y pinchar a los animales.

Unos amenazan y otros chivan. Iñaki también lo reconoce. Si de él se chivaron al filtrar a la Diputación la sustancia que había inyectado a sus bueyes, él respondió con la misma moneda: «No lo oculto, yo también me he chivado».

Los más viejos del deporte afirman que son apenas media docena de personas las que mueven las sustancias del dopaje. Lo hacen asegurando que no dejan «marca». Fundamentalmente en Vizcayapero también en Guipúzcoa. La moda comenzó hace menos de 10 años, influidos por lo que llegaba del mundo de la hípica. Por apenas 300 euros se puede dopar a dos bueyes.

Cuando se habla con un ganadero lo primero que te recuerda es el número de pruebas que ha ganado con cada animal. Torito y Alegre le han dado las mayores satisfacciones a Lopategi. Con sus 615 y 580 kilos de peso se han llevado 44 competiciones, reportándole lo suficiente para rentabilizar los 35.000 euros que se gasta en un año.

El presidente de la federación vasca de Herri Kirolak (deporte rural vasco) Bernado Ureta, también parece asqueado. Reconoce que nunca ha acudido a una prueba de este tipo pero que todas las informaciones que le llegan apuntan en la misma dirección: «Al tráfico de drogas». «Tengo ganas de pillar no sólo a los ganaderos falsos que drogan a sus bueyes, sino a los vendedores de drogas», dice. «Yo lo digo claro, aquí estamos hablando de trafico de drogas».

La semana pasada, durante una recepción del lehendakari al equipo de soka-tira, Ureta se lo trasladó abiertamente: «Le dije que se menearan, que esto les iba a salpicar y que los de la Diputación de Vizcaya lo están tapando porque lo saben desde hace años y no hacen nada».

Ureta apunta que no es normal que un animal que «es chatarra» un fin de semana haga 40 clavos y al siguiente 62: «Eso es porque media hora antes de la prueba les pinchan y luego no les conoce ni dios». Apela a que las instituciones dejen de financiar «una competición que está adulterada y repleta de drogas».

Teóricamente en cada prueba se realizan controles antidoping. Les corresponde a las diputaciones forales llevarlos a cabo. Pero tanto desde la Federación de Herri Kirolak -que agrupa a 18 modalidades, entre ellas el arrastre con bueyes- como algunos promotores, aseguran que no son eficaces. Afirman además que desde fuentes cercanas a la Diputación salen a menudo soplos sobre dónde acudirá el veterinario y si habrá o no control antidopaje. «En muchos casos son análisis muy superficiales, que detectan sustancias distintas a las que se inyectan y, claro, dan negativo pese a que todos sabemos que el animal analizado está dopado», afirma Lopategi. Otros promotores aseguran que se han dado casos en los que se recogen muestras de orina «que luego nunca llegan al laboratorio».

Cada año en el País Vasco se realizan casi medio centenar de pruebas oficiales y otras tantas de exhibición, la mayor parte en Vizcaya. La diputación realizó sólo 18 controles antidoping el año pasado y en media docena de casos hubo un positivo. Este año se acumulan ya dos casos de dopaje. Llama la atención que de los 62 controles realizados en 2009 ninguno diera positivo.

Fuentes del ente foral afirman que son controles aleatorios en los que se analizan hasta 15 sustancias. Aseguran que «ninguna» actuación se ha realizado tras recibir un chivatazo y reconocen que es «imposible» garantizar la limpieza de las pruebas «al igual que ocurre en todos los deportes».

fuente: elmundo.es 

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