POR RICARDO BRAGINSKI
Los ejércitos de diferentes países alistan desde perros kamikazes hasta insectos ciborg. Fuerte rechazo de entidades proteccionistas.
12/05/14
La vida militar tiene sus propias reglas y rutinas bien exigentes. Lo sabe todo aquel que pasa por sus filas. Y también los perros, delfines, mulas, camellos, elefantes, palomas y hasta insectos que están siendo entrenados o modificados genéticamente para entrar en batalla. Casi todos los ejércitos del mundo echan mano a ejemplares del reino animal para que cumplan con sus misiones. La posible guerra de delfines en Crimea –entre las unidades de mamíferos marinos militarizados de los Estados Unidos frente a los rusos– actualizó el debate acerca del uso de animales en conflictos bélicos.
“Uno de los primeros en utilizar animales en forma estratégica para la guerra fue Aníbal, que cruzó los Alpes sobre grandes elefantes con colmillos. El objetivo fue amedrentar por el tamaño y la ferocidad. Claro que después quedaron lentos y dejaron de ser útiles”, explica a ClarínFranciso Baleirón, coronel (R) del Ejército Argentino.
Fue sólo el inicio. Entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial los ejércitos exprimieron su creatividad –también su maldad, dirían muchos– para pensar posibles usos de animales en la guerra.
Entre los más polémicos se puede ubicar a los perros antitanques (o perros bombas), utilizados por la Unión Soviética durante la Segunda Guerra. “A esos perros se les daba de comer siempre debajo de un tanque. Después los llevaban al frente y no se les daba comida por 20 días. Ni bien aparecía un tanque enemigo, se los soltaba, cargados con explosivos. Por efecto Pavlov, los perros iban debajo del tanque. Ahí los detonaban a distancia”, cuenta Baleirón.
“El uso de animales en la guerra no sólo es cruel sino cobarde, ya que los animales no tienen oportunidad de negarse y en el caso de los perros aman tanto a los humanos que dan su vida por nosotros”, afirma Martha Gutiérrez, presidenta de la Asociación para la Defensa de los Derechos del Animal.
Carlos Fernández Balboa, de la Fundación Vida Silvestre, pone el foco en las especies silvestres a los que se extrae de la naturaleza. “Hay que proteger especialmente a éstos últimos, aunque debo aclarar que estamos en contra de toda guerra”, dice Fernández Balboa.
Además de los perros, durante las guerras mundiales se utilizaron mucho las palomas mensajeras. Pero su misión era la de carteros, o “informantes”. Ahora, se les calza cámaras con el objetivo de que filmen territorios enemigos.
Los delfines también están siendo alistados. Los Estados Unidos los usaron en la Guerra de Vietnam y la Operación Libertad Iraquí, según el sitio Mother Nature Network. Baleirón cuenta que son inteligentes y fáciles de entrenar, como los perros. Por eso se los aprovecha como “kamikazes”. Van en busca de comida debajo de los barcos enemigos, y son detonados a la distancia. Y son capaces de detectar explosivos en mar.
“Si bien todo esto ha causado a los animales padecimientos y la muerte, los entrenamientos no han sido menores. Correr por kilómetros, trepar enrejados, nadar en ríos, atravesar terrenos casi cenagosos, llevar carga pesada, sin mencionar las bombas que explotan llevándose al animal consigo, ha sido practicado largamente por los animales. Y no siempre el esfuerzo fue compensado con abundante alimento, agua y el descanso reparador”, dice Gutiérrez, de la Asociación para la Defensa de los Derechos del Animal (ADDA).
La investigación no se detiene. La Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa de los Estados Unidos, ahora está probando con insectos ciborg, cuya misión será la exploración de zonas peligrosas. La energía generada por los propios insectos –por el calor de sus cuerpos o el movimiento de sus alas– será empleada para el suministro de cámaras de vídeo, micrófonos o cualquier otro tipo de sensores. La idea es que salgan a buscar y recabar información.
Mientras tanto, en el Laboratorio de Los Álamos, buscan que las abejas salgan a detectar bombas. La especie melífera tiene un olfato extraordinario, y el objetivo es que puedan rastreen determinadas sustancias, tanto en el campo de batalla como en aeropuertos.
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