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lunes, 4 de julio de 2016

La tierna historia de "Oso", el perro que dejó la calle gracias a los usuarios del subte

“Malabia”, como lo apodó su veterinario, dormía cuando podía en el andén de la línea B del subterráneo o en la vereda de Vera y Malabia. Su estado de vulnerabilidad disparó el alerta por las redes sociales y fue rescatado. Hoy, feliz y recuperado, busca una familia definitiva
La foto de “Oso” durmiendo en el andén mientras el personal del subte intentaba sacarlo.

No tuvo la suerte de nacer del vientre de una hembra de raza. Esa fue su maldición: no haber sido tocado por la vara de la vida. Pero no es el único. Como él, hay millones que conocen la pana sucia de los subtes, el olor rancio a basura, el frío cemento de intemperie, el desprecio de la gente y las patadas de los comerciantes. Millones que – como él- mueven sus rabos suplicando una comida y deambulan cuadras buscando esa zanja de la cual hidratarse como si se tratara de la última fuente de agua del mundo. La vida de "Oso" fue dura, tan cruel como la que viven hoy muchísimos perros callejeros que esperan su dichoso desenlace.

No fue su pelaje atigrado o su leve rasgo a Shar Pei lo que llevó a los usuarios de la estación Malabia del subte B a subir su foto en las redes. Fue su posición fetal de completa indefensión y extrema vulnerabilidad ante los intentos frustrados de los vigilantes de andenes lo que provocó una reacción en la gente. Mientras los guardias ideaban métodos para que se levantara del piso y volviera a su triste y congelada vida de vagabundo, "Oso" se dejaba morir ante los ojos de todos. El estrés de la supervivencia lo estaba venciendo. No quería más. Tampoco podía.

De Recoleta a Villa Crespo

Solo Dios sabe donde estuvo antes de desembocar en Recoleta, donde definitivamente no tuvo suerte. Allí, una mujer lo vio y lo levantó de la calle. Como no podía tenerlo, lo llevó al Instituto de Zoonosis Luis Pasteur. Confiada, lo dejó en manos de un hombre que estaba en la puerta del lugar y que le prometió se ocuparía de ayudarlo. La mujer se fue y "Oso" fue nuevamente abandonado, esta vez por Parque Centenario. El hambre, el frío y la sed lo hicieron caminar hasta avenida Corrientes y Malabia.

Esa mañana –precisamente el 8 de junio- su cuerpo perruno hibernaba cansado en el andén de la estación Malabia. La mayoría lo ignoraba, pero unos pocos se acercaron a testearlo. El no atinó ni a abrir un ojo. Permanecía ahí inmóvil, sin muchas esperanzas de vida. Sebastián sintió el dolor, lo fotografió y arrancó para el trabajo a unas cuadras. Ya adoptó a tres y uno más era una locura. Pero debía hacer algo. La triste imagen había quedado indeleble en su mente. Se escapó del trabajo y volvió al subte, pero "Oso" ya no estaba. Lo habían echado. Su paradero era incierto y desesperante. Caminó preguntando por la zona hasta que alguien le dijo: "Sí, me parece que lo vi por Vera y Malabia".

El alerta

Definitivamente allí estaba. Rendido ante la voluntad de unos vendedores de un local de zapatillas que le habían regalado algunos panes junto a un tarrito con agua. Sebastián lo volvió a fotografiar y le mandó la foto a su novia Daphne, proteccionista. Inmediatamente la imagen de "Oso" comenzó a correr por los muros de Facebook en un desesperante pedido de ayuda. "Por favor, no puedo salir porque estoy trabajando. ¿Alguien podrá ir a buscarlo y darle tránsito? Esta noche va a hacer mucho frío y puede que no resista si no lo ayudamos. Vamos gente por favor". El mensaje iba acompañado de esa primera foto de andén que reflejaba su cruel realidad.

Mientras "Oso" resistía a un día más en su agonía por subsistir, la publicación adquiría popularidad: sumaba comentarios, compartidos y likes. La gente se movilizaba desde sus trabajos para ofrecer traslado, donaciones y comida, pero nadie podía ir a levantarlo. Pasaron las horas y el aviso se volvió un caso popular. De ser el perro de nadie, pasó a ser el "Oso" de todos. De golpe el milagro había sucedido: todos querían ayudarlo. Mucha gente pasaba por el lugar para actualizar el estado e ir informando si el animal continuaba en esa esquina.

Cerca de las 14 alguien se ofreció a transitarlo. Fue cediendo la tensión matutina y aflorando la esperanza. Una usuaria que seguía el caso desde la oficina, se acercó al lugar con toda la intención de rescatarlo. No obstante, para su asombro, el callejero se había movido del local de calzado y su paradero había vuelto a ser incierto. Caminó por Vera y Malabia, fue, vino, volvió, preguntó, pero no hubo caso. Resignada y por emprender el regreso, vio que un cuerpo lento y debilitado, con pelaje opaco y descuidado se asomaba por Scalabrini Ortiz. Era él.

Ya va a ser casi un mes desde que "Oso" vive en un hogar, con una compañera perruna de raza que lo quiere y le cedió –para su comodidad- todos los espacios de su casa. En este breve camino a la felicidad, debió ir afrontando dolencias, tratamientos y adquiriendo confianza con la ayuda de todos. Una seria y dolorosa otitis infecciosa lo aquejaba, sumado a una demodexia que aprovechó sus defensas bajas para vestirtlo con piel de elefante. Con la ayuda y el corazón de su médica veterinaria (de Gurruchaga y Vera) de a poco fue superando todos los obstáculos.
Su carácter tierno, indefenso y sumiso conquistó a todos en las redes sociales y sus mejoras físicas se volvieron maratónicas. Sus padrinos (Sebastián y Daphne) se ocuparon de visitarlo semanalmente en su hogar de tránsito y de proporcionarle todo lo necesario para sacarlo a flote. Con los días, el hambre dejó de ser tan voraz y las pesadillas nocturnas fueron desapareciendo. Su pelo fue creciendo y tornándose brilloso y salvaje. Los paseos dejaron de ser aterradores ante la amenaza de un nuevo abandono y reposaron en la confianza. El estrés fue bajando y las siestas pasaron de 12 a 8 y de 8 a 4 horas diarias.

"Oso" ya no tiene que preocuparse por sobrevivir, sino por encontrar cuál será el escondite de su nuevo hueso. Ya conoció la carne picada, el placer de unos baños calientes, el relax de un colchón acolchonado y el calor del afecto humano. Lo próximo por descubrir es una familia definitiva que lo adopte para cederle su lugar a otro cuatro patas necesitado. En realidad necesita que lo amen proporcionalmente a como él agradece todos los días.

Para conocer y adoptar a "Oso", escribir a Eisenbeilsebastianjavier@hotmail.com

infobae.com

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