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viernes, 2 de mayo de 2014

Médicos alemanes contra la experimentación animal

  • El pasado 24 de Abril se celebró el Día Internacional del Animal de Laboratorio. En 1979 la Sociedad Nacional Antivivisección de Inglaterra estableció esta fecha para conmemorar el nacimiento de su fundador, Lord Lodwing, quien desde 1875 luchó contra la experimentación con animales.
  • Alrededor de 115 millones de animales sufren y mueren cada año en los laboratorios, las universidades y los centros de investigación de todo el mundo; 12 millones en la Unión Europea y 1,5 en España. La asociación alemana Ärzte gegen Tierversuche (Médicos Contra la Experimentación Animal) alerta al respecto: “La experimentación animal no ayuda a los humanos enfermos, sólo es valiosa para los experimentadores que satisfacen su curiosidad y basan en ella sus carreras científicas”. Pero otra ciencia es posible.
Lucía Arana
Foto: We Animals / © Jo-Anne McArthur
25/04/2014
Nos repiten hasta la saciedad que experimentar en animales es imprescindible para salvar vidas humanas y curar sus enfermedades. Un mal menor, que a nadie le gusta realmente, pero un mal necesario. Sin embargo, muchos de los tests con animales están lejos de aportar resultados reales a la medicina y sus objetivos son bastante menos altruistas: se trata de obtener fondos para seguir investigando, de satisfacer la curiosidad científica a costa del sufrimiento de seres indefensos y de confirmar, una y otra vez, datos ya conocidos por todos   .
La prohibición que entró en vigor en marzo del 2013, referente a los productos cosméticos testados en animales en la UE, fue un paso importantísimo pero insuficiente. De hecho, la experimentación con animales es un negocio en auge que, lejos de disminuir, aumenta de forma alarmante año tras año. Es sobre todo la llamada investigación básica (la que se lleva a cabo sin fines prácticos inmediatos) la que utiliza cada vez más individuos.

Se estima que 115 millones de animales sufren y mueren cada año en los laboratorios, las universidades y los centros de investigación de todo el mundo. Son envenenados, irradiados, quemados y mutilados, se les infecta con virus, bacterias y parásitos, pasan hambre y sed, se les impide respirar, se les producen infecciones, infartos, cáncer, se les aplican electrodos en el cerebro, se les fracturan los huesos, se les cosen los ojos, se les sacan los órganos y se les vuelven a implantar.

Los experimentos con animales son peligrosos

Si los resultados de estudios realizados, por ejemplo, en individuos humanos de mediana edad no son siempre trasladables a bebés o ancianos, ¿cómo se puede asumir que un experimento realizado en un ratón pueda aplicarse a nosotros? Más de un 90% de los medicamentos testados en animales fallan posteriormente en los ensayos clínicos con humanos.

La asociación alemana Médicos Contra la Experimentación Animal, fundada en 1979, reúne a cientos de profesionales de todos los campos de la medicina que trabajan por abolir este tipo de prácticas:

“La experimentación animal no ayuda a los humanos enfermos, sólo es valiosa para los experimentadores que satisfacen su curiosidad y basan en ella sus carreras científicas. Sólo aquellos que presentan una larga lista de publicaciones obtienen fondos para seguir investigando. Y cada artículo abre nuevas incógnitas que hacen necesarios más experimentos.”

Además de crueles, absurdos

La asociación ha elaborado un amplio dossier recopilando cientos de experimentos que se siguen llevando a cabo a día de hoy. Todos ellos son cuestionables desde el punto de vista ético, muchos podrían realizarse con grupos de estudio humanos y algunos rayan, directamente, en lo absurdo. A continuación, algunos ejemplos:

En un estudio cuyo objeto es el estrés, se obliga a ratones a correr en una cinta hasta quedar exhaustos. Si se detienen, caen hacia atrás en una reja de metal que les produce una descarga eléctrica. Se considera “agotamiento total” cuando un ratón se queda más de 15 segundos en la reja o cuando cae en ella más de 15 veces por minuto.

Aunque los implantes dentales se usan desde los años 70 en humanos, se arranca a varios cerditos 8 dientes. Se les colocan implantes y coronas con el fin de estudiar el período de curación antes de colocar las prótesis. El propio estudio concluye que “los cerdos tienen un metabolismo 3,3 veces más rápido que los humanos, por lo que es necesaria máxima precaución a la hora de trasladar los resultados”. Los animales son torturados sabiendo de antemano que las conclusiones no tendrán ningún valor.

El método de elongación ósea, fracturando un hueso y separándolo, se emplea desde hace años en traumatología. A pesar de ello, se siguen criando cachorros de beagle a los que se fractura la tibia y se les separa el hueso dos veces al día 0,5mm. Tras 25 días, el hueso se ha prolongado 2,5cm y los perritos son ejecutados.

Para gran parte de la industria, los experimentos con animales cumplen una función de coartada. Aparentan una inocuidad de los productos que realmente no existe. Se trata de cubrirse las espaldas desde el punto de vista legal, en caso de que se produzcan efectos secundarios nocivos para las personas. Más ejemplos:

Existen numerosa literatura sobre los efectos cancerígenos del formaldehído, su toxicidad se conoce desde hace cien años. Para comprobarlo una y otra vez, se gasea a ratones durante cuatro semanas (seis horas al día, cinco días a la semana) con ese compuesto químico.

Todos sabemos que el alcohol es perjudicial para los niños. En este estudio se inyecta durante 20 días a ratones bebé alcohol en la cavidad abdominal. Cuando llegan a adultos, se les somete a varias pruebas antes de matarlos para analizar sus cerebros. El sorprendente resultado: el alcohol no es bueno para los menores.

La experimentación animal libre de crueldad no existe, ya que los animales son mantenidos en pequeñas jaulas, sufren estrés y miedo, y los estudios prácticamente siempre terminan con su muerte. Pero hay algunos casos en los que los investigadores se superan a sí mismos:

Se extirpa el corazón a 6 cerdos manipulados genéticamente. Sus corazones se trasplantan a continuación en el pecho de seis monos babuinos. Todos los animales mueren de forma terrible en un plazo de entre 5 horas y cuatro días.

Se somete a gatas con sus cachorros a 14 semanas de continua luz estroboscópica (la luz destellante que hay en algunas discotecas). Los animales son incapaces de moverse de manera normal, ya que cualquier movimiento queda interrumpido. El objetivo es estudiar las zonas del cerebro dedicadas a la visión.

Para estudiar cómo los monos distinguen entre caras y voces se realiza un orificio en el cerebro de dos macacos, implantando al animal una bobina de metal en el ojo. Para el estudio se le impide beber durante un tiempo. Atado en una silla especial con la cabeza atornillada, recibe electrodos en el cerebro a través del orificio. Los animales tienen que fijar la vista en un punto de la pantalla, en la que aparecen otros monos. No pueden quitar la vista de la pantalla. Si lo hacen bien, reciben un par de gotas de zumo. Si no, no hay recompensa.

Al final, los investigadores escriben sus artículos plagados de palabras técnicas, incomprensibles para la mayoría, porque sólo el desconocimiento -o un claro interés económico- puede llevar a alguien a defender este bucle de sufrimiento insoportable.
Otra ciencia es posible

Los métodos de investigación sin animales no son simplemente “alternativas”, sino querepresentan un verdadero avance desde el punto de vista científico. De hecho, son cada vez más los profesionales que se deciden por ellos.

Las técnicas “in silico” o modelos desarrollados por computadora aportan información sobre estructura, efecto y toxicidad de sustancias como nuevos medicamentos o productos químicos. Modelos como QSAR (Quantitative Structure Activity Relationship) se basan en datos humanos. La estructura molecular de una sustancia permite prever los efectos que tendrá.

Biochips. Los biochips son una revolución en el análisis de las sustancias activas. Mediante procesos automáticos se pueden medir diferentes sustancias en un corto periodo de tiempo –de forma fiable, económica y rápida– utilizando células humanas. Es decir, exactamente lo contrario a la experimentación animal. Ya existen y se están utilizando con éxito los Labor-Chips para piel, hígado, pulmones, riñón, arterias, células nerviosas, o incluso combinados como un mini-organismo.

In Vitro. Es cierto que un animal es un organismo completo, pero no es el organismo correcto. Los sistemas en vitro están formados por materia en forma de células, tejidos, microorganismos, etc. Son los conocidos cultivos celulares cuyas células humanas son restos de operaciones clínicas, donaciones de órganos, así como placentas o cordones umbilicales. Gracias a las técnicas modernas es posible reproducir en las probetas estructuras complejas del cuerpo humano.

Hoy en día existe además un gran número de métodos que permiten una investigación médica moralmente aceptable en seres humanos. Análisis de sangre, microscopios de electrones, electrocardiogramas, ecografías, endoscopias, análisis del ADN… todas esas técnicas permiten estudiar en detalle a los pacientes.

Los torturamos porque son similares a nosotros pero no les otorgamos ningún derecho porque son diferentes. Un razonamiento perverso que tenemos la obligación de romper.

NOTA DE LA AUTORA:
Los experimentos recogidos en este artículo son sólo una pequeña muestra de los cientos de ellos que han sido recopilados por la asociación alemana Médicos Contra la Experimentación Animal, Ärzte gegen Tierversuche, en su libro Winterschlaf hilft gegen Alzheimer und andere Absurditäten aus der Tierversuchsforschung (Hibernar ayuda contra el Alzheimer y otros absurdos de la investigación con animales). El libro en pdf:


Las alternativas a los test con animales son también publicadas por Médicos Contra la Experimentación Animal en el libro Woran sollman denn sonst testen? Moderne Forschungsmethoden ohne Tierversuche (¿Y con qué se puede experimentar entonces? Métodos de investigación modernos sin experimentación animal). El libro en pdf:


fuente: eldiario.es

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