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miércoles, 9 de septiembre de 2015

Mirá lo que tenía una ballena en la panza

El Programa de Monitoreo Sanitario de la Ballena Franca Austral, desde el 2003 evalua el estado de salud de las ballenas de Península Valdés mediante el estudio de los animales que mueren en las costas. El hallazgo en el 2014, de un juvenil macho con presencia de basura en su tracto digestivo es un llamado de atención acerca del impacto que producen las actividades humanas sobre la fauna y el medio ambiente


Por Matías Di Martino y Lucía Alzugaray

En el marco del Programa Ballena Franca Austral, iniciado en el año 1970, y gracias al esfuerzo conjunto del Instituto de Conservación de Ballenas, Ocean Alliance, Wildlife Conservation Society, Fundación Patagonia Natural, Universidad de California – Davis y la Universidad de Utah, se lleva adelante desde el año 2003 el Programa de Monitoreo Sanitario Ballena Franca Austral (PMSBFA). Su objetivo es evaluar el estado de salud de las ballenas de Península Valdés mediante el estudio de los animales que mueren en sus costas. Para ello veterinarios y biólogos realizan un examen detallado de cada ballena que muere, incluyendo toma de datos generales como medidas del cuerpo, la colecta de muestras de tejidos y órganos para distintos análisis, y la búsqueda minuciosa de evidencias de causas de muerte. También se hace énfasis en registrar en el exterior e interior de los animales evidencias de objetos o actividades humanas como cortes de hélices, marcas de redes o líneas de pesca, etc. Luego de 12 temporadas continuas de trabajo, se ha logrado obtener la base de datos y de muestras biomédicas más completa existente para esta especie.

Entre 2003 y 2014 se han documentado 695 ballenas muertas, la mayoría sin muestras claras de la causa del deceso. Sin embargo en varios casos se hallaron evidencias de elementos que podrían haber contribuido a la muerte de los ejemplares. Por ejemplo, un juvenil macho (de 11 metros de largo y 1 año de edad aproximadamente) que murió en 2014 en las inmediaciones de la ciudad de Puerto Madryn (Fig. 1), tenía basura en su tracto digestivo. El material encontrado incluía materiales sintéticos, hilos de nylon, envolturas o etiquetas de botellas y otros elementos no identificados (Fig.2).

El médico veterinario Matías Di Martino, coordinador de campo del PMSBFA, comentó que "Si bien por su tamaño y cantidad estos elementos no habrían causado la muerte de esta ballena de manera directa, su hallazgo nos alerta sobre el deterioro del mar y el impacto que producen las diferentes actividades de las personas sobre la fauna. Es la primera vez que se documenta la presencia de basura en el tracto digestivo de una ballena de Península Valdés."

El modo de alimentación de las ballenas las hace particularmente vulnerables a la ingesta de basura.

Las ballenas francas presentan barbas en lugar de dientes por lo que filtran su alimento, como un colador. "Barren" el agua con la boca abierta para que pase a través de las barbas, en donde queda atrapado el alimento que luego será ingerido con ayuda de la lengua. Las ballenas francas migran cada año. En el verano se alimentan de grandes cantidades de krill que encuentran en aguas subantárticas, y en el invierno se alimentan esporádicamente de otros organismos de menor valor calórico, como los copépodos, que encuentran en las aguas de Península Valdés. De esta manera, al alimentarse en aguas costeras, cercanas a puertos y zonas urbanas, se encuentran más expuestas a ingerir residuos y materiales ajenos a su dieta.

Existen registros en otras partes del mundo de ingesta de basura por ballenas barbadas y cachalotes: en todos los casos el residuo más frecuente es el plástico. Al no ser digerible el plástico puede acumularse en los intestinos y bloquearlos, poniendo en riesgo la vida del animal. En el mar Mediterráneo, por ejemplo, en marzo de 2012 varó muerto un cachalote que contenía 8.1kg de material plástico en su estómago. Se determinó que la causa de su muerte fue la ruptura del estómago provocada por los residuos y un avanzado estado de desnutrición producto de esta obstrucción.

Sin dudas la salud del ambiente marino se encuentra gravemente afectada por toda clase de actividades humanas. Desde las artes de pesca "fantasma" que quedan a la deriva y atrapan y ahogan todo tipo de especies, la acumulación de compuestos químicos tóxicos, los derrames de petróleo, la sobrepesca, hasta la aparentemente inocua basura urbana. Posiblemente no exista hoy área oceánica que no se encuentre bajo el impacto humano. Este deterioro progresivo puede medirse en los efectos que genera en la salud de las especies que habitan los océanos.

rionegro.com.ar

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