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jueves, 29 de enero de 2015

Oleada de galgos con el cuello rajado para extraerles el microchip de propiedad

Galga encontrada por la Guardia Civil en Macoteca con el cuello rajado

Los dos últimos casos, un perro encontrado por la Guardia Civil en Macotera y otro por una persona en los campos cerca de Cañizal, que se suman al arrojado días atrás en un contenedor de basura de Salamanca. Se trata de una práctica cada vez más habitual para evitar que si el animal, al ser abandonado cuando termina la temporada de caza, provoca un accidente o un altercado, entonces no se puedan reclamar daños y perjuicios a los dueños

El perro arrojado a un contenedor de basura en Salamanca durante la tarde del pasado lunes, dentro de un saco y con un disparo, en estado moribundo, es uno de tantos casos de galgos que son abandonados cada año al terminar la temporada de caza. Hay cazadores que para desprenderse de los animales les pegan un tiro o los ahorcan. Pero durante los últimos días se está registrando una oleada de abandonos en la provincia de Salamanca con un brutal maltrato previo.

Según ha podido comprobar SALAMANCA24HORAS, dos de los últimos galgos han aparecido moribundos con el cuello rajado, con cuatro y quince centímetros de longitud de herida, debido a que se les ha extraído el microchip de propiedad. Uno de los galgos lo cogió la Guardia Civil en Macotera, llevándolo hasta el Ayuntamiento para dar aviso a la Diputación, encargada del servicio de recogida de animales. El otro galgo se encontró en los campos de Cañizal, entre los límites provinciales de Zamora y Salamanca, donde una persona vio cómo un coche se paraba, dejaba tirado al perro y se marchaba a toda velocidad del lugar.

Los autores de estas agresiones buscan el microchip que lleva el perro para evitar que si el animal, al ser abandonado cuando termina la temporada de caza, provoca un accidente o un altercado, entonces no se puedan reclamar daños y perjuicios a los dueños, además de la correspondiente sanción por abandono del animal. También se les cortan las orejas, donde llevan un tatuaje especial identificativo. 

Y es que la legislación se endureció el año pasado, con penas más duras contra el maltrato animal. Por ejemplo, el artículo 337 del Código Penal establece penas de seis a dieciocho meses de cárcel si "se hubieran utilizado armas, instrumentos, objetos, medios, métodos o formas concretamente peligrosas para la vida del animal, hubiera mediado ensañamiento, se hubiera causado al animal la pérdida o la inutilidad de un sentido, órgano o miembro principal".

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