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miércoles, 5 de noviembre de 2014

Pony, la esclava sexual liberada

Hace más de una década sorprendió al mundo: la orangután Pony era prostituida
Nos lo cuentan quienes la rescataron y reeducaron. Una es Karmele, veterinaria vasca
ATADA. Foto -arriba- de cuando Pony era esclavizada sexualmente REPORTAJE GRÁFICO: Indrayana / The Borneo Orangutan Survival Foundation
MARTÍN MUCHA  Actualizado: 02/11/2014 

A la orangután Pony le pintaban los labios. Era prostituta. Sí. Era violada día a día en una aldea de Indonesia. No es ficción. "Es la realidad", lo recuerda, Karmele Llano [Bilbao, 1978], veterinaria vasca, una de las encargadas en su momento de ayudar a readaptarla. "Llegó la información de que pasaba eso, una situación completamente ilegal, y se decidió actuar". Van más de 10 años desde su rescate. Un momento crucial. Se necesitó que intervinieran las fuerzas militares para liberarla. "Su dueño se oponía porque era su medio de subsistencia. El pueblo donde estaba también, pues decían que le traía suerte". Ella tenía unos siete años de edad en el momento en que fue rescatada. El equivalente -teniendo en cuenta que viven una media de 50 años- de tener entre 13 y 14 años.

"Nadie sabía cuánto tiempo había estado allí Pony. La dueña de la casa se negó firmemente a renunciar a la orangután. Para ella, era una máquina de dinero en efectivo y una fuente de suerte. No fue un esfuerzo fácil liberar a Pony de este lugar terrible; cualquiera que tratara de hacerlo se enfrentaba a un ejército de pobladores de la zona que estaban armados con cuchillos, dispuestos a luchar por el dueño de casa", recuerdan desde la organización que actuó, The Borneo Orangutan Survival Foundation (BOS). "Su cuerpo estaba cubierto de picaduras de mosquitos. No podía dejar de rascarse y su piel tenía múltiples infecciones". Había sufrido toda su vida.

El primer español que escribió del caso Pony fue David Jiménez y lo publicó en EL MUNDO. Lo hizo así. "Fue rescatada... de un burdel de la localidad de Kereng Pangi, en la provincia indonesia de Kalimantan Central. La encontraron encadenada a una cama, con los labios pintados, completamente afeitada y adornada con sortijas. Trabajadores de las empresas madereras y productoras de aceite de palma que están arrasando los últimos bosques de Borneo aguardaban turno para abusar de ella. Hizo falta un destacamento de 36 soldados del Ejército indonesio para entrar en el pueblo y llevarse al animal hasta el refugio de orangutanes de Nyaru Menteng, cerca de la ciudad de Palangka Raya".

"No fue fácil su readaptación. Pony es muy lista y tenía recuerdos de lo que había vivido. En el refugio, cuando un hombre se acercaba, se iba a una esquina y se orinaba encima. Les tenía pánico. En cambio, eso no pasaba cuando una mujer iba hacia ella", afirma Karmele, hoy presidente de International Animal Rescue, ONG que ha salvado más de un centenar de estos primates. "Era muy inteligente. Aprendía rápido de los humanos, lo bueno y lo malo. Recuerdo que descubrió el mecanismo de cómo funcionaban los ganchos del pelo solo mirando... Poco a poco se fue adaptando y creímos que podíamos devolverla a su hábitat natural, el que apenas había conocido".

REAPRENDER A VIVIR

"En Nyaru Menteng [en la isla de Borneo, Indonesia, donde se encuentra el lugar de recuperación de BOS], Pony recibió la atención necesaria después de haber sido sometida a experiencias terribles, y comenzó el proceso de rehabilitación. Vivir durante tanto tiempo con los seres humanos, en cautiverio, siendo tratada tan terriblemente tuvo serias consecuencias. Tenía que [volver a] aprender a vivir como un orangután salvaje... Comenzó un complejo proceso de resocialización con otros orangutanes y también se unió a la Escuela Forestal", explican desde BOS. Al ver su rápido progreso, tomaron una decisión, a la postre, apresurada.

La liberaron en 2005 en un santuario animal, "una isla más pequeña, en plan de rehabilitación", la de Bangamat. Pero fue un total fracaso. "Desafortunadamente, ella no estaba preparada para esta etapa avanzada del proceso de aprendizaje. Pony no estaba acostumbrada a los árboles. Ella prefirió quedarse en el suelo. Cuando tenía hambre, esperaba a que los técnicos le diesen su comida sin tener que tratar de alimentarse por sí misma. A diferencia de otros orangutanes, ella nunca exploró la isla. Su viaje se limitó a cruzar un pequeño río entre las islas para ir al campamento de los técnicos y pedir comida". Tuvo que regresar al refugio. A seguir adaptándose. Decidieron ir más lento. La orangután prostituida necesitaba tiempo. Nadie se recupera tan rápido de tal explotación.


"Recuerdo que la veía entonces. Ella se creía humana, si se colocaba en el suelo, no podía dormir allí, buscaba un saco para usarlo como manta", describe Karmele. "Tardó en adaptarse". Entonces, ya no se pensaría en una preparación corta, serían años enseñando a Pony. Dos cosas esencialmente: a no tener miedo y a sobrevivir en la jungla. Hasta que llegó el día. A mediados de 2013, los especialistas decidieron que podían intentarlo de nuevo. "Con 17 años, Pony finalmente recibió otra oportunidad de vivir en una isla", señala The Borneo Orangutan Survival Foundation. Partió con otros siete congéneres que también fueron liberados.

SU LIBERACIÓN

"Sus habilidades de supervivencia están creciendo satisfactoriamente en comparación con los años anteriores. Ella ahora es capaz de hacer un nido y muestra un comportamiento salvaje. Esta hembra pesa 72,1 kilogramos y actualmente es muy dominante en comparación con sus amigas". Es una reina de su nueva isla: Kaja. Un símbolo mundial del rescate animal.

Queda mucho por mejorar. Lo recuerda Karmele Llano, que explora el país rescatando animales explotados. "Sabemos que el de Pony no es un caso único, es el más famoso y el que hemos podido documentar, pero hay más". Lo ha denunciado en foros globales y en cada ocasión que puede. Hay otra cosa adicional, la crueldad.Karmele es una heroína en el país. "Estoy de camino a nuestro centro en Ketapang. Acabamos de rescatar dos orangutanes y estamos aún de viaje", dice a Crónica excusándose por no responder. Ella se ha casado con un indonesio y aún no piensa tener hijos. "Tengo 75 ahora en el albergue, no necesito más de momento", bromea quien llegó recién graduada y ahora forma parte del paisaje.

"El trabajo en Menteng es agotador. Karmele Llano se despierta con los orangutanes con la primera luz del día, los acompaña al bosque, les cura las heridas, los lleva a hombros de un lado a otro, juega con ellos, los alimenta y no los deja hasta que se acuestan por la noche.No hay días de fiesta y el sueldo que ha aceptado por el empleo no llega a los 100 euros mensuales. "En la selva no hace falta dinero. No puedes ir a tomarte una cerveza con los amigos", bromea al recordar que en su anterior trabajo, en la más civilizada Holanda, cobraba 20 veces más», escribió, en su momento, sobre su sacrificio David Jiménez. Todo ha cambiado, hoy ya dirige su propia organización. "Sólo vuelvo a España en verano, por un mes", afirma la veterinaria, que lidia con estos enormes animales que, sin problema, la podrían estrangular.

DIENTES DE LECHE

Karmele explica cuál es la existencia de los orangutanes que son maltratados. "Normalmente se les captura cuando son bebés, con pocos meses. Pony podría haber sido prostituida desde los cinco años ya que con menos edad es demasiado pequeña... Los orangutanes pueden vivir unos 50 años y tienen procesos muy similares a los de los humanos. Se les caen los dientes de leche...". Llegan a la madurez sexual a los ocho años. Es decir, cuando Pony fue prostituida aún no había siquiera alcanzado ese estadio. Una aberración aún mayor.

Las otras agresiones a estos nobles primates son aterradoras. "La primera agresión es la deforestación. Aquí es aún mayor que en la Amazonía...". Así describe uno de los casos más dramáticos, el de Pelanci. "Rescatamos a un orangután que había caído en una trampa. Le había atrapado la mano. No se pudo liberar por días. Pasó una semana sin comer ni beber. Se descompuso. Cuando llegamos estaba putrefacto. Y ni en ese estado pudo liberarse. Tenía el hombro dislocado del esfuerzo que había hecho por soltarse... Le tuvimos que amputar el brazo. Pensamos que no se iba a salvar. Estuvo ingresado una buena temporada. Pero salió adelante. Ya logró recuperarse y recorre el bosque".

En cambio, la senda de Pony aún no ha acabado. Nadie quiere apresurar su avance. Ya se asume como un caso único. "Mientras se adapta a la isla, recibe el cuidado y la atención especial de los funcionarios que supervisan sus habilidades de desarrollo y supervivencia. Todavía hay un largo camino por recorrer, pero estamos muy aliviados y felices de ver a Pony viviendo en una isla como ésta. Sin lugar a dudas un sitio mejor para ella que en cautividad", aseguran desde BOS. "Se adapta y le gusta la jungla. Es duro todavía para ella. Pero va mejorando día a día. Ya parece tener un novio que le ronda... Por lo pronto es el mundo el que está enamorado de Pony. Es muy famosa", comenta Paulina L. Ela, directora de comunicación de esta institución. "Y quizás en el futuro pueda tener un bebé... Aunque sería un sueño, es muy complicado hablar de un embarazo", afirma pícara.

Pony ya cumplió 18 años y sigue aprendiendo, va en busca del tiempo sufrido, hallándose. Hay otro aniversario, un año de aquello que los humanos le quitaron. Eso que llamamos libertad.

Con información de Monterado Fridman (Nyaru Menteng / The Borneo Orangutan Survival Foundation / Indonesia)


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