Páginas

domingo, 11 de mayo de 2014

¿Los chimpancés son como las personas? El proceso judicial que enfrenta a los científicos

EEUU PLANTEA CONCEDERLES EL HABEAS CORPUS
La diferencia genética entre un ser humano y un chimpancé apenas supera el 1,2%, al tiempo que comparten ciertos atributos emocionales. Unos paralelismos que han utilizado las organizaciones en defensa de los animales para dar una perspectiva científica a sus argumentos desde que se descifró la secuencia del genoma. Esta misma semana, la ONG Nonhuman Rights Project ha dado un paso histórico en su reivindicación para dotar de derechos humanos a los simios al presentar una batería de demandas en EEUU solicitando un habeas corpus de varios chimpancés en cautiverio.

La jugada del equipo jurídico de la organización, compuesto por más de 60 abogados, tiene como finalidad que se conceda el rango de personalidad jurídica a estos animales. Al solicitar el habeas corpus, los abogados de la organización garantizan que, aunque los jueces rechacen la admisión de la querella, el asunto llegue a la Corte de Apelaciones, ya que en virtud de esta ley de origen británico, ninguna persona puede estar retenida sin tener un juicio previo. Una artimaña jurídica que los autores de la demanda confían colar a la Justicia mediante casos individuales hasta que logren sentar jurisprudencia.

En 2006, el Gobierno socialista promovió una proposición no de ley para garantizar el derecho a la vida, a la libertad y a no ser torturados a todos los grandes simios

En caso de que se les reconozca un estatus de personalidad jurídica, los chimpancés tendrían que ser liberados y su compra-venta se prohibiría (ni siquiera en laboratorios para llevar a cabo ensayos científicos), pues se les otorgarían derechos fundamentales. La primera demanda con estas características, de las tres presentadas esta semana, se realizó en nombre de Tommy, un chimpancé en cautiverio destinado al alquiler para el uso recreativo en diferentes tipos de eventos.

El nombre de este chimpancé podría pasar a la historia por pertenecer alprimer animal con personalidad jurídica reconocida. Kiko, un chimpancé sordo y de propiedad privada es el protagonista de la segunda demanda interpuesta el miércoles, mientras que Hércules y Leo, propiedad de un centro de investigación de la neoyorkina Universidad Stony Brook, son los elegidos para la tercera demanda de la primera batería de querellas que pretenden realizar los abogados de la ONG.

Tras los pasos de un proyecto del Gobierno de Zapatero

El principal objetivo de los demandantes es “romper el muro legal que separa a las personas de los animales no humanos”, explicaba a la prensa Steven Wise, abogado y presidente de Nonhuman Rights Project, ante la puerta de los juzgados minutos antes de presentar la primera querella. “Nosotros defendemos que los chimpancés son autónomos y tienen conciencia, por lo que mantenerlos en cautividad equivale a practicar la esclavitud. Si conseguimos que se les reconozca un estatus jurídico sus intereses estarían bajo la protección de los derechos humanos”, añade el jurista.

Al solicitar el habeas corpus, los abogados de la organización garantizan que, aunque los jueces rechacen la admisión de la querella, el asunto llegue a la Corte de Apelaciones

La demanda, sin precedentes en ninguna parte del mundo, tiene unas intenciones que van mucho más allá del estatus que se reconoce a los grandes simios en Nueva Zelanda, el único país del mundo en el que tienen una serie de derechos especiales, pero no humanos como pretenden los querellantes norteamericanos. Un modelo similar al que pretendió implantar en mayo de 2006 el Gobierno de Zapatero, con la aportación de Los Verdes. Ambas formaciones redactaron una Proposición No de Ley en el Parlamento conocida como Proyecto Gran Simio.

La propuesta pretendía que se reconociese “el derecho a la vida, a la libertad y a no ser torturados a todos los grandes simios”. A pesar de que dicha medida se llegó a discutir en el Congreso, no fue incluida en el orden del día de ninguna comisión parlamentaria durante los dos años siguientes, por lo que caducó conforme al reglamento establecido por la cámara.
La polémica que generó en su día la medida fue quizá el principal motivo de su parálisis, como insinuó en una pregunta parlamentaria el diputado por Iniciativa per Catalunya Verds Joan Herrera: “Sospechamos que el Gobierno no fue lo suficientemente valiente para enfrentarse a las críticas que la iniciativa recibió, y no queremos que la situación se repita”.

Las tesis científicas a favor y en contra

Los argumentos defendidos por la ONG Nonhuman Rights Project, así como las del proyecto Gran Simio, han enfrentado a los miembros de la comunidad científica. Entre los que se encuentran a favor se pueden enumerar académicos de la talla de Peter Singer, profesor de bioética en la Universidad de Princeton, el famoso divulgador científico Richard Dawkins, que este año encabezó la lista de los pensadores más relevantes en 2013 publicada por la revista británica Prospect, o la primatóloga británica galardonada con el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica Jane Goodall.

No se pueden reconocer derechos humanos a quien no se le pueden exigir responsabilidades

Los principales argumentos de estos científicos favorables a dotar de derechos a los primates se centran en que si los grandes simios son animales inteligentes con una vida social, emocional y cognitiva variada, al igual que los seres humanos, merecen también la misma consideración que las personas. Estos científicos argumentan por otra parte que los grandes simios poseen la capacidad de raciocinio y que tienen conciencia. Unos descubrimientos por los que Goodall fue galardonada, entre otros premios, con el Príncipe de Asturias.

Los detractores, muchos de ellos genetistas, se centran en el hecho de la similitud entre el genoma de los humanos y el de los primates no puede utilizarse para defender estas tesis porque lo importante no es la secuencia (en lo que coinciden ampliamente), sino la expresión de los genes. Precisamente por ese importante matiz, la secuenciación del genoma de los chimpancés no ha alcanzado las expectativas médicas que se tenían en un principio, pues no ha servido para explicar cuestiones relacionadas con las enfermedades u otras patologías congénitas.

Otra de las principales críticas es que "no se pueden reconocer derechos humanos a quien no se le pueden exigir responsabilidades", como ha sostenido Leopoldo Prieto López, sacerdote licenciado en Derecho y profesor de Historia de la Filosofía Moderna en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum de Roma.

Por su parte, Nonhuman Rights Project ha adelantado que seguirán presentando demandas individuales y que "estas son sólo las primeras querellas de una larga serie de acciones judiciales para evitar que los chimpacés tengan el estatus de cosas materiales". Por tanto, su demanda de mínimos pasa por que la justicia ordene la liberación de estos chimpancés en algún refugio salvaje de conservación de primates.

No hay comentarios:

Publicar un comentario