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viernes, 21 de febrero de 2014

TRAS LA PICADURA DEL MOSQUITO

Sin duda alguna todos hemos vivido más de una vez la experiencia del desagradable zumbido de un mosquito que nos despierta en medio de la noche, mientras bate sus dos alas y ubica el lugar más atractivo para introducir su probóscide y alimentarse.

Pero, ¿alguna vez se han preguntado qué es lo que buscan obtener los mosquitos de nuestra sangre? La respuesta es: nutrientes. Mientras los machos se alimentan únicamente de carbohidratos que se encuentran en el néctar de las flores o de algunas frutas; las hembras, además, necesitan ciertas moléculas presentes en la sangre de los mamíferos, conocidas como aminoácidos. Dichas sustancias son de suma importancia pues son posteriormente utilizados para la producción de huevos que, una vez fertilizados por el macho, dan lugar a cientos de nuevos mosquitos.

Lo curioso es que, a pesar del gran número de veces que los mosquitos baten sus alas (entre 300 y 600 veces por segundo), la mayoría de estos dípteros no viajan grandes distancias. Lo anterior significa que aquellas personas que podrían ser picadas por las nuevas generaciones de mosquitos, probablemente, serían nuestros familiares, vecinos, amigos y cualquier habitante que se encuentre a unos cuantos metros alrededor de nosotros.

Dependiendo de la zona donde vivamos, los mosquitos pueden ser sanos y sólo provocar molestias temporales o, en el peor de los casos, causar grandes problemas de salud pública. Existen aproximadamente 3 mil 500 especies de mosquitos en el mundo y, sin embargo, menos de cien de ellas tienen la capacidad de transmitir enfermedades tan peligrosas como el virus del dengue o el parásito de la malaria. Incluso, hay zonas de mayor riesgo, en donde una misma especie puede ser portadora de más de un tipo de patógeno como el caso de Aedes aegypti, vector del virus del dengue así como de la fiebre amarilla.

No obstante lo anterior, los avances en la ciencia hoy nos permiten viajar sin preocupación a zonas endémicas de fiebre amarilla gracias a que, en los años treinta, se desarrolló la vacuna contra el virus causante de esta enfermedad. En lo que respecta al dengue, algunos ensayos clínicos realizados por Sanofi Pasteur de México indican que, para el año 2015, podría haber una vacuna de uso mundial.

Sin embargo, la situación actual de la malaria (también conocida como paludismo) es diferente. A pesar de que casi la mitad de la población mundial está expuesta al riesgo de contraerla, y que anualmente cobra alrededor de un millón de vidas, aún no se ha encontrado una vacuna eficaz que pueda combatir dichas cifras. En la urgencia por encontrar nuevas alternativas que ayuden a contrarrestar los riesgos de contraer esta enfermedad, se está trabajando en la posibilidad de reducir la población de moquitos del género Anopheles (vectores del parásito de la malaria) en su hábitat natural.

El grupo de investigación al que pertenezco, dirigido por Flaminia Catteruccia, estudia la principal especie de mosquito que transmite malaria en África, conocida como: Anopheles gambiae. Nos enfocamos en conocer los factores genéticos que son esenciales para su ciclo de reproducción: desde la producción de huevos, pasando por la fertilización de los mismos, hasta el momento en que las hembras los depositan en el agua dejando una nueva generación. Si logramos entender a detalle los mecanismos por los cuales los mosquitos se reproducen, tal vez podamos interrumpir este proceso y, como consecuencia, reducir el número de personas infectadas cada año.

A pesar de los esfuerzos mundiales queda mucho por hacer. Nuestro objetivo es contribuir en la búsqueda de una solución que pueda evitar, o limitar, el número de muertes que, en su mayoría, ocurren en poblaciones vulnerables de países en vías de desarrollo. Esperamos, algún día, lograr que el riesgo en materia de salud pública se disminuya notablemente. Mientras ello ocurre, ¡evitemos las picaduras!

Ana Priscila Bascuñán García, la autora es investigadora post-doctoral de la Università degli Studi di Perugia en Italia y Harvard School of Public Health en EUA. Bióloga de la Universidad Nacional Autónoma de México.


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