La característica de estas aves americanas se encuentra en su vuelo estático; es decir, al igual que lo hacen los helicópteros, pueden permanecer suspendidas en el aire en un punto fijo, e incluso volar hacia atrás.
El secreto no sólo está en la gran velocidad a la que mueven sus alas (entre 50 y 80 batidas por segundo), sino en la fuente de su sustentación: mientras el resto de las aves baten sus alas hacia abajo, dándoles desplazamiento horizontal, el colibrí también las mueve hacia arriba, manteniéndose en equilibrio vertical.
Esta manera de volar es muy parecida a la de los insectos, como las abejas o las libélulas, que se desplazan hacia adelante, atrás, arriba o abajo, sin depender necesariamente de la velocidad del viento.
Los movimientos del colibrí fueron descubiertos luego de una detallada observación con una cámara que tomó 3,300 fotografías por segundo y registró la dirección y velocidad del flujo de aire originado por su vuelo.
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