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domingo, 26 de enero de 2014

Vuelan entre nosotros. (Uruguay)

Decenas de especies de aves habitan en Punta del Este y conviven con residentes de todo el año y con turistas; incluso, algunas visitan las costas de Maldonado con la misma intención que estos últimos

De las muchas cosas que sorprenden al ojo atento en Punta del Este, llama la atención la cantidad de aves diferentes que se pueden encontrar en una cuadra cualquiera de la ciudad balneario.

Esta se encuentra entre la boca del Río de la Plata, el océano Atlántico y la zona rural, y además bajo un tupido bosque de pinos, eucaliptus y otras especies que forman un triángulo estupendo de paisaje que potencia la variedad. 

Bajo la alfombra verde de este espacio modificado (los árboles fueron plantados prohombres del departamento, como Juan Gorlero, Antonio Lussich y Henry Burnett, entre otros) las especies de aves conviven con los residentes de todo el año y con los turistas.

Como en muchas circunstancias esta cantidad tan amplia sorprende por su diversidad, El Observador consultó a un experto en ornitología, en desarrollo ambiental y en turismo natural.

Adrián Stagi es socio fundador activo de Aves Uruguay-Gupeca. Actualmente se desempeña como gerente de logística de EcoTours Uruguay y es consultor para estudios de impacto ambiental de Gea Consultores. Stagi desbrozó el camino y dio argumentos para explicar este fenómeno particular que puede ser aprovechado de manera más sistemática por la oferta turística de Punta del Este. 
El paisaje y sus cambios 

Antes de los procesos de forestación, Punta del Este tenía una fauna de aves seguramente diferente a la que habita en la actualidad. El crecimiento y la formación de tupidos bosques con árboles europeos y australianos donde solo había enormes dunas móviles de arena produjo cambios sustanciales en la cantidad y tipo de especies de aves en la región. 

Esto, por un lado, ha expulsado a algunas especies, pero también ha traído a otras nuevas que han colonizado la zona, han encontrado buenos sitios para nidificar y una suculenta oferta de alimento. 
Para Stagi, aquel ecosistema originario casi no existe en la actualidad (apenas algunas zonas en torno a José Ignacio). “Hoy en día ese monte psamófilo se ha reducido a tal punto que hoy es un ecosistema extremadamente amenazado”, opina el consultor. 

Para la mayoría de las especies estos cambios son muy negativos pero para otras, y en el transcurso del tiempo, podemos apreciar un proceso de adaptación a ellos, e incluso se ven beneficiadas por esos cambios introducidos por el hombre”, agrega.

Según el experto, se ha ampliado además, con el crecimiento urbanístico de casas con amplios jardines, la oferta de alimento a través de la creación de espacios verdes y de sitios para reproducirse o alimentarse con cierto resguardo, que las aves están aprovechando. 

La adaptación

Desde un punto de vista darwiniano, están las especies que se extinguieron ante el cambio, las que llegaron por el cambio y las que se adaptaron. 

Para Stagi, hay especies de aves que son más “plásticas” y pueden adaptarse, y otras, que por sus requerimientos tan específicos, son desplazadas totalmente por las alteraciones de su ambiente. 
En este último grupo se pueden ubicar unas 23 especies que Uruguay tiene amenazadas y otras 16 en riesgo de extinción.

Considerando exclusivamente a Punta del Este y a esas especies con cierta “plasticidad” para adaptarse a los cambios e incluso beneficiarse se puede nombrar al tero común, que ha encontrado en los ambientes parquizados de casas y edificios un sitio protegido para nidificar. Otro ejemplo son los cuervillos de cara pelada, “que perchan en los cables de electricidad esperando que los regadores de los jardines se activen para bajar y consumir los insectos y lombrices que salen por la humedad”, explica Stagi.

Aves de jardín y de parque

En este contexto tan particular como el de Punta del Este existe un conjunto de aves que se denominan “de jardín y de parque”. 

“Son aquellas especies que utilizan para alimentarse, descansar y reproducirse esos paseos o espacios privados o públicos que se presentan en las ciudades o poblados en proceso de expansión a manera de islotes verdes, pulmones urbanos, que atienden a un concepto de higiene ambiental y de reservas como áreas inmersas en esas urbanizaciones y que pueden estar compuestos por flora exótica y autóctona”, define Stagi.

Contó que en una oportunidad, en una propiedad que tenía su familia en el barrio de San Rafael, en un conteo de dos mañanas, sin salir del jardín, registró 35 especies de aves diferentes.

“Si me hubiese desplazado por la zona, ese número sería ampliamente superado. En jardines de todo el país, considerando ciudades con más de 10 mil habitantes, realicé una consulta a nivel nacional y llegamos a unas 159 especies observadas en parques y jardines, sin incluir sitios costeros, solo los espacios verdes inmersos en la ciudad”, agrega.

¿Cuáles son las especies que abundan en los jardines de Punta? 

Horneros, zorzales comunes, sabiás (que es otra especie de zorzal), chingolos, calandrias, dorados, ratonera, paloma picazuro y torcaza, junto a teros comunes. 

En la costa predominan la gaviota cocinera y de capucho café, el ostrero, el macá grande y la garza blanca chica.

Para Stagi, las más raras en los jardines son los naranjeros y algunas rapaces, como el gavilán alilargo. 

En la costa, sin dudas, el ostrero negro, que es una especie migratoria y que en otoño-invierno se le puede ver junto al puerto, en la zona de rocas. 

“En verano es interesante observar las especies de chorlos y playeros migratorios que arriban de la tundra del hemisferio Norte y que utilizan la zona rocosa entre la parada 1 de playa Mansa y en la 1 de la Brava”, dice Stagi, marcando una característica de turistas de algunas de las aves del balneario. 

Depredadores urbanos

La superposición de especies y de paisajes humanizados genera encuentros casuales que van desde escuchar un trino matinal de algún pájaro (que se distingue con facilidad o que cuesta reconocer) hasta algún regalito sobre el parabrisas de los autos, además de árboles frutales que sirven de desayuno para ambos grupos: aves y humanos, que se alimentan, por ejemplo, de los mismos higos de una higuera en un jardín cualquiera. 

“Los ambientes urbanos, si bien restringen el acceso a muchos predadores de las aves, muchos de ellos y concretamente los jardines, representan un peligro mayor más que un resguardo y eso se debe a la presencia de los gatos domésticos”, explica Stagi, sobre a quienes considera como los “grandes depredadores” de aves de los jardines.

Una sugerencia del investigador es que los dueños de los gatos coloquen un collar con un cascabel a fin de que cuando los liberen en el jardín, las aves adviertan su presencia a través del sonido.

Otro aspecto interesante es la presencia de aves rapaces dentro del entramado urbano de Maldonado y Punta del Este. Basta estar atento, en las primeras horas de la mañana, o la caída del sol en las tardes, para escuchar el grito agudo de uno de estos ejemplares.

“Las rapaces representan un beneficio para el ser humano. Son excelentes indicadores de calidad ambiental, están muy alto en la cadena alimenticia y su presencia da garantías de un ecosistema conservado”, indica Stagi. 

Además, este tipo de aves funciona a nivel urbano como control de otras especies que pueden ser problemáticas. 

“Tanto las rapaces diurnas como las nocturnas controlan la cantidad de palomas domésticas o de plaza, que es una especie introducida, y también lo hacen con las ratas y ratones, fieles amigos del hombre y que se han distribuido con nosotros por el mundo transmitiendo enfermedades que hoy se registran en Uruguay”, explica Stagi, quien considera a las rapaces como fundamentales dentro de la ciudad.

Birdwatching, un desafío 

Aparte del aspecto puramente natural, la variedad de aves que se encuentra dentro de una extensión de territorio relativamente pequeña y con las características del perfil de Punta del Este posee un potencial muy interesante para el desarrollo del llamado birdwatching, la rama del turismo mundial que se concentra en el avistamiento y distinción de especies de aves y pájaros en todo el mundo, con números que impactan (ver recuadro).

Según Stagi, Uruguay posee excelentes características para el desarrollo de la actividad en Punta del Este, como una actividad complementaria a la de sol y playa, y que bien podría ayudar a romper la famosa estacionalidad económica del balneario. 

“Uruguay es pequeño ynos permite movernos de un extremo al otro en menos de un día. Posee casi 500 especies de aves en ese pequeño tamaño apoyado por la gran variedad de paisajes. Si nos vamos al este tenemos los grandes bañados, en el norte y noreste los valles y quebradas. En el litoral grandes montes ribereños y el río Uruguay con todos sus afluentes y una larga zona costera. 

Las rutas podrán o no estar deterioradas pero en un auto chico accedemos a cualquier parte del territorio, no necesitamos un 4x4”, invita Stagi, quien destacó algunos emprendimientos tanto del ámbito público como del privado para aunar fuerzas en este sentido. 

“Hay esfuerzos de privados en llevar adelante la actividad, y algunas intendencias, como la de Rivera, trabajan en el tema.

También hay algunas web que ofrecen el producto. La actividad requiere de un trabajo conjunto entre instituciones públicas y privadas para lograr un plan de acción consensuado a ser aplicado para el desarrollo y promoción de una actividad que posee tal potencial.”, explica Stagi. 

El gestor ambiental considera que la conservación de las aves y lo que esto genera por concepto de birdwatching es un recurso de un producto turístico en el que un turista puede llegar a gastar hasta US$ 800 por día, como sucede en Brasil, y que presenta una media de unos US$ 200 a US$ 300. 

Cuando se ve el potencial económico, gobiernos y fuerzas vivas pueden actuar con mayor compromiso. “Si se potencia esto, hasta los habitantes locales pueden cambiar su idea de valoración de la naturaleza”, concluye Stagi.

Números 480 especies habitan en el territorio uruguayo.

25% de las aves registradas en Brasil se encuentran presentes en Uruguay, país que representa solo el 2% del territorio brasileño.

35 especies diferentes se reconocieron en el jardín de una casa en el barrio de San Rafael.

78.000.000 de observadores de aves viajaron por el mundo en 2010, según la organización BirdLife International.


Cónclave
El próximo sábado 1º de febrero, en las instalaciones del Hotel Alción del balneario Solís se resalizará una charla organizada por Aves Uruguay. A partir de la hora 20 se desarrollará una conferencia sobre aves de jardín por parte del experto Adrián Stagi, en el ciclo de activades de verano de esta ONG. Inés Paullier, presidenta de Aves Uruguay, dijo a El Observador que estas actividades se realizan tanto para los 260 socios de la organización como para el público en general, y son gratuitas. Además, el día 22 de febrero se llevará a cabo un té inglés en la casa de la socia Joy Gepp, ubicada en kilómetro 82.500 de la Ruta Interbalnearia. Una de las tareas que pretende ampliar Aves Uruguay es la formación de clubes de observadores de aves. Hoy existen cinco: en Tacuarembó, en Salinas, en Solymar y dos en el Montevideo. Aves Uruguay se encuentra desarrollando proyectos nacionales e internacionales. Es la unidad ejecutora para los cuatros países del Mercosur, con fondos del BID, y se trata de incentivos para productores rurales para conservar los campos y los pastizales y concientizarlos del tratamiento responsanble de la tierra y de la producción agrícola.

fuente:elobservador.com.uy 

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